El déficit presupuestario de las administraciones públicas de España despedirá 2019 en el 2,2% del PIB, tres décimas por debajo del registrado en 2018, según los últimos pronósticos del Fondo Monetario Internacacional (FMI), que espera que el desequilibrio negativo de las cuentas públicas españolas se mantendrá en el 1,9% durante el siguiente lustro.
Las nuevas previsiones del FMI representan una rebaja sustancial en relación a los pronósticos de la institución el pasado mes de abril, cuando estimaba un déficit del 2,6% del PIB en 2019 y del 2,8% en 2020, mientras que para 2021 anticipaba un desequilibrio del 2,9%.
En cuanto a la deuda, el FMI espera que la ratio respecto del PIB alcance en 2019 el 96,4%, siete décimas por debajo de la lectura de 2018, mientras que en 2020 la proporción caería al 95,2%, para bajar al 94% un año después, hasta el 92,8% en 2022 y al 91,7% en 2023, situándose en el 90,5% al final del horizonte de las predicciones del FMI.
En el caso de España, el FMI ha precisado que sus proyecciones asumen un nivel de gastos bajo el escenario de una extensión del presupuesto de 2018 y las medidas legislativas ya aprobadas, incluyendo el alza de las pensiones y del sueldo de los funcionarios, junto a las proyecciones de ingresos de los técnicos del FMI, mientras que para 2020 y adelante, las proyecciones fiscales corresponden al personal de la institución internacional, asumiendo un balance primario estructural sin cambios.
El director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, el portugués Vitor Gaspar, ha recomendado en rueda de prensa que aquellas economías avanzadas con margen fiscal deberían aprovechar este espacio para impulsar políticas de estímulo. "Ahora es el momento de que estos países con margen presupuestario lo usen para apoyar la demanda agregada", ha indicado.
Sin embargo, en otras economías con elevados niveles de deuda pública, el funcionario de FMI ha aconsejado "que sigan políticas fiscales prudentes" y ceñidas al medio plazo, alertando de que la complacencia alimentada por las bajas tasas de interés puede conducir a un endeudamiento excesivo, seguido por el pánico de los inversores y una crisis de los mercados.