La Galería de Arte STOA, en el Puerto de Estepona, acoge hasta el próximo 18 de octubre la exposición pictórica ‘…Y fue la luz’, del artista sevillano Salustiano, comisariada por Conchi Álvarez.
Esta muestra individual de obras de Salustiano es, sin duda, el triunfo de la luz. No es la primera vez que esto sucede en la pintura, el gran Caravaggio lo hizo a comienzos del siglo XVII con una maestría indubitable. Sus piezas son el paradigma del claroscurismo tenebrista que caracterizó esa centuria. En sus lienzos reina el naturalismo y una nueva narración de los relatos bíblicos en la que los santos toman las calles, adoptando un aspecto corriente, iluminados por luces que proyectan, resaltan, matizan y esculpen las formas.
A diferencia del milanés, Salustiano, el maestro sevillano más brillante de nuestro tiempo, huye del naturalismo barroco para situarse en la exquisitez y elegancia más propia de los pintores poetas del Quattrocento. Sus retratos, organizados en tres series, en las que el color del fondo, rojo, negro y blanco, es el leitmotiv, establecen nuevos tipos iconográficos en los que la belleza, la excelencia y la atemporalidad son el denominador común. Por ello Salustiano es la antítesis de Caravaggio. Y porque en las obras de esta muestra, pinturas, grabados, impresiones digitales, se constata su indudable contemporaneidad, al tiempo que un rotundo clasicismo. Piezas en las que, a partir de un fondo negro, resultado de múltiples pigmentos naturales, hace emerger sus figuras con una potencia plástica tan imponente que consigue provocar la ilusión óptica de parecer medio relieves, superando así la bidimensionalidad de la pintura. El efecto lumínico, a modo de aura que emite cada retratado, recuerda el texto bíblico: “…y fue la luz”, y afirmamos, sin género de duda, que la luz de la pintura de Salustiano es buena, muy buena.