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Gobierno de calma chicha

a calma chicha es propia del verano, pero no de los Gobiernos y eso es de lo que no se entera Pedro Sánchez

Publicado: 05/07/2019 ·
10:55
· Actualizado: 05/07/2019 · 10:55
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  • Congreso de los Diputados. -

La calma chicha es propia del verano, pero no de los Gobiernos y eso es de lo que no se entera Pedro Sánchez. Adentrados en el estío, los ciudadanos de secano empezamos a hablar de los vientos como si fuésemos expertos marinos. Conocemos de isobaras y bancos de presión; nos fijamos en las veletas de cada torreón, de cada castillete -remates arquitectónicos que pasan desapercibidos en el resto de las estaciones- y hasta somos capaces de augurar la fuerza del viento y las subidas de temperatura. De memoria repetimos las leyendas ancianas por las que, según las lunas, presagiamos la duración de una ‘levantera’. Viento de levante, que puede amargar el veraneo al madrileño que visita Cádiz y también enloquecer a los fanáticos de kitesurf en las playas de Tarifa, playas por donde se perderá el portavoz del PP sevillano tras el frenético año electoral. Ese Levante que empuja el barquito de vela, que cantan Los Rebujitos y que fue capaz de empujar a Magallanes hasta las otras arenas del Atlántico. Calma chicha, la que aquieta el agua y a los pescadores inquieta viendo a los peces nadar dormidos como piezas de plata honda. 

Hasta ahí la calma chicha que se espera de un verano. Cuando la paz se traslada a otros ámbitos que no le son propios, calma financiera, se traduce en pobreza. La falta de actividad política desacelera la actividad económica y muy pronto se pone de manifiesto en todos los indicadores. La calma chicha de Pedro Sánchez ya ha provocado que ninguna empresa española haya salido a Bolsa el último año o que los inversores continúen aplazando sus decisiones de expansión a la espera de la necesaria y obligada estabilidad política. La parálisis del presidente en funciones y su inhabilidad para poner de acuerdo a los grupos políticos y por tanto en marcha de España, es directamente proporcional a su capacidad para marear la perdiz. Una incapacidad que refleja sus anhelos personales, no digo ya ni partidistas, frente al bien general de los españoles.  Ante esta parsimonia en el Gobierno de la nación, Andalucía se muestra inquieta, vibrante como las yeguas que este pasado miércoles corrieron desde el Rocío hasta Almonte en la tradicional saca de potras de Doñana. Andalucía se mueve hacia una transformación social y económica que traerá antes de lo previsto sus frutos y que conseguirá, a pesar del Levante gubernamental, activar una economía lastrada y varada por las políticas socialistas de los últimos cuarenta años. 

Los diputados novatos que hemos sido elegidos en esta decimotercera legislatura, estamos inquietos, ansiosos e impacientes; como esos días previos en los que va a saltar el levante. Pero sobre todo estamos indignados ante la parálisis forzosa a la que nos tiene sometido Pedro Sánchez. Tras la llamada a la presindenta del Congreso, después de dos meses de las elecciones, se ha decidido dar un plazo de tres semanas más para la investidura, plazo que se nos antoja ya tarde. Ya hablan de agotar los plazos, de vernos en Septiembre si la cosa no prospera.  Agotará los tiempos, pero antes habrá agotado la paciencia de diputados y ciudadanos.  Como los vientos, uno puede dejarse llevar a la deriva o remar con todas sus fuerzas a contracorriente para alcanzar el puerto deseado.

No les quepa duda que, como representante de esas Cortes Generales, emplearé todas mis fuerzas y mi conocimiento en este apasionante reto al que me enfrento gracias a los sevillanos que me votaron. Lo que vaya ocurriendo, lo contaré en esta tribuna de "Cámara Baja” si ustedes quieren leerme y no me mandan a tomar viento fresco.

Sol Cruz-Guzmán

Arquitecta y diputada nacional del PP por Sevilla

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