El pasado mes de abril, el programa A compás de Ondaluz TV emitió un especial dedicado al futuro de Navantia en la Bahía de Cádiz y a la inminente firma del contrato con Arabia Saudí para la construcción de las famosas cinco corbetas. Después de las movilizaciones de este viernes, ante el temor de que todo se vaya a la mierda, resulta muy revelador volver a lo que los representantes de los trabajadores expusieron en dicho espacio para alcanzar a entender algunas de las claves que pueden haber influido en la deteriorada relación con tan importante cliente, a su vez consecuencia del cambio de gobierno producido en España y del que penden demasiadas y complicadas alianzas.
En el transcurso de la entrevista, Jesús Peralta, presidente del comité de empresa de Navantia en San Fernando, apuntó: “Se equivocan quienes ponen en la misma balanza a un lado a los trabajadores y al otro a los muertos en Yemen. A un lado hay que poner a los trabajadores de la Bahía y en el otro a los de Francia o Inglaterra. Si nos dijeran que si no hiciésemos esas corbetas se acabarían todas las guerras del mundo, no las haríamos. No sabemos hacer otro cosa y forma parte de nuestra manera de vivir”.
Junto a él, Enrique Martínez, de la sección de CCOO en el citado comité, añadió: “En 42 años he trabajado en la construcción de muchos barcos militares y ninguno ha pegado un tiro hasta ahora. Sí los he visto rescatando inmigrantes en el mar, protegiendo a otros barcos de los piratas... Hacemos barcos militares sí, pero de nosotros no depende la guerra”.
Y, evidentemente, es cierto trasfondo antibelicista -el anuncio de la ministra Margarita Robles sobre la cancelación de la venta de 400 explosivos dirigidos por láser al gobierno saudí- el que parece haber puesto en peligro la consumación del milmillonario contrato y, por supuesto, los seis mil puestos de trabajo -lease seis mil familias- de los que se puede beneficiar la Bahía y parte de su entorno, sin olvidar la participación española en el proyecto Visión 2.030, concebido para la modernización e industrialización del país árabe. Definitivamente, alguien ha entendido mal el papel que jugaba en la negociación: el fuerte es el que tiene el dinero, no el que apela a la conciencia, aquí confundida además con la conveniencia.
Demos la razón, asimismo, al alcalde de Cádiz, José María González, cuando culpa al PSOE y al PP de la situación en la que se encuentran los astilleros en este momento: “Los primeros por poner en marcha una mal llamada reconversión naval, que dejaba a los astilleros heridos de muerte; y los segundos, por rematar la faena”, convirtiendo a Navantia en “presa de la dependencia de la industria militar”. Correcto, pero a estas alturas no podemos reescribir esa historia y, en el fondo, no sé si Kichi, pero lo que los propios trabajadores sí tienen claro es que nada de lo que está ocurriendo ahora habría pasado si el PP hubiese seguido al frente del Gobierno. Puede que Rajoy hubiera despreciado a los migrantes del Aquarius, que hubiese aplicado ya de nuevo el 155 en Cataluña, que hubiera dejado a Franco en paz..., pero muy pocos dudan que se habría apuntado y celebrado el tanto del acuerdo con Arabia, y más aún al tratarse de Cádiz y Andalucía; de ahí que a muchos socialistas y podemitas no les llegue en este momento la camisa al cuerpo.
Ciudadanos, desde luego, eligió mal día para anunciar la ruptura de su compromiso con el PSOE andaluz: a Susana Díaz lo que de verdad le preocupaba este viernes es que el Gobierno de Pedro Sánchez le pusiera la zancadilla a escasos días de anunciar la convocatoria de las elecciones autonómicas con una cuestión de enorme sensibilidad en uno de los territorios andaluces más castigados por el desempleo y en el que se juega entre seis y siete parlamentarios, así como parte de la credibilidad del partido.
En cualquier caso, también se equivoca quien vea la situación como una oportunidad para buscar beneficios políticos. Es algo mucho más serio, y tiene que ver con el futuro de miles personas.