El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, no se pronuncia sobre la exhumación de los restos de Queipo de Llano y cataloga de “disparate” el movimiento social contra las inmatriculaciones de la Iglesia. Así recibe en su casa a Viva Sevilla, en una entrevista que podrán ver en su totalidad mañana jueves a las 21.00 horas en Ondaluz Sevilla TV.
¿Qué opinión le merece la posible exhumación de los restos de Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena?
–La Basílica de la Macarena no pertenece al erario diocesano y por lo tanto la Archidiócesis de Sevilla no es propietaria de ese bien. Dicho esto, diría que cuanto antes se solucione este asunto en un sentido o en otro pues será loable.
¿Comprende a las dos partes?
–Comprendo más a una parte que a otra, pero no es cuestión ahora de que yo me manifieste.
Aumentan los movimientos en contra de las inmatriculaciones eclesiásticas. En Sevilla hay un colectivo que pretende preparar una moción con grupos políticos...
–El manifiesto me parece un completo disparate. Poco riguroso y poco fundamentado. La Iglesia no ha robado nada a nadie. En Sevilla, durante estos años en los que estoy aquí, hemos inmatriculado algunos bienes, como la Catedral, la Giralda y el Patio de los Naranjos. Y nadie negará que el Cabildo Catedral tenga derecho a inscribir la propiedad sobre la Catedral y edificios anexos. Y quiero hacer una aclaración. En el manifiesto de este grupo de Sevilla se me atribuye a mí la responsabilidad en la aprobación de esa modificación de ley hipotecaria. Yo entonces no era presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, como exponen. No lo fui hasta el año 2005. Pero es que además esta comisión episcopal de la que he vuelto a ser presidente no atiende estos asuntos.
No son pocos los sevillanos y feligreses que añoran recuperar el Patio de los Naranjos como lugar de acceso público. ¿Lo volveremos a ver abierto públicamente?
–Veo que hay muchísima gente siempre en el Patio de los Naranjos, tanto a turistas que han pagado su entrada, como a los sevillanos que quieran entrar, porque a los sevillanos no se les exige la entrada.
¿Cuál es la situación actual de la Iglesia de Santa Catalina? ¿Hay fecha establecida para su reapertura?
–Santa Catalina está en su etapa final, aunque no me atrevo a ponerle una fecha para su reapertura porque en materia de obras siempre hay imprevistos.
¿Existe una colaboración estrecha de la Diócesis ante las urgencias de varios conventos sevillanos?
–Nosotros no somos titulares de estos bienes. No obstante, desde la Archidiócesis brindamos una asistencia técnica y jurídica. Yo estaría dispuesto a incrementar la colaboración, incluso económica, aunque no tenga obligación legal. Si encuentro un movimiento en Sevilla que me dijera que nosotros vamos a poner una parte, nosotros otro tanto, etc., la Iglesia Diocesana no se retiraría.
¿Cree que estamos sometiendo a Sevilla a un exceso turístico? ¿Teme que algunos templos terminen por parecer más rutas turísticas que centros de oración?
–Bienvenido sea el turismo a Sevilla. Tendremos que resolver la tensión entre la afluencia de turistas y la necesidad de preservar el carácter sagrado de los templos. Ciertamente, las principales iglesias como la Catedral, Santa Ana, la Magdalena o el Divino Salvador, no se pueden convertir en un zoco.
¿Cómo ha influido la Iglesia en la sociedad sevillana durante la crisis?
–En lo más álgido de la crisis, que por cierto aún no ha terminado, si no hubiera sido por la Iglesia -entendiendo por Iglesia Cáritas Diocesana, las Cáritas parroquiales, las obras sociales de los religiosos y el compromiso grande de las hermandades- aquí hubiera habido, probablemente, un estallido social.
¿Cómo prevé el futuro de la mujer en el seno de la iglesia católica?
–Cada vez ocupan puestos más destacados en los organigramas diocesanos. Aportan virtudes de las que carecemos los hombres. Lo de acceder al ministerio ordenado es harina de otro costal.
¿Comienza a pensar ya en su jubilación? ¿Cree que en el clero hispalense pudiera estar su mejor sucesor?
–Será algo inexorable. El 15 de octubre de 2020 cumpliré 75 años y tendré que presentar la renuncia al Gobierno Pastoral de la Diócesis. Lo considero con la mayor normalidad y el día que llegue pues me despediré de Sevilla. Aquí tenemos sacerdotes con una gran categoría intelectual y espiritual y que podrían ser obispos perfectamente de la noche a la mañana, pero de mí no depende.