En las pocas semanas que la niña lleva viviendo junto a su nueva madre, ha visitado ya varios países, más de los que muchas personas visitarán a lo largo de toda su vida, y no precisamente viajando en clase turista. Ya el viaje desde Malawi hasta la lujosa mansión de Madonna en Londres lo realizó en el jet privado de la Reina del Pop.
La semana pasada, por ejemplo, Madonna, que está en medio de su gira mundial Sticky and Sweet (Pegajosa y Dulce, literalmente) viajó a París por motivos de trabajo, llevando con ella a la pequeña Mercy James, que seguramente habrá disfrutado de la vida en la capital europea del amor.
Lo que seguramente más le costará será acostumbrarse al continuo seguimiento que los medios de comunicación ejercen sobre su madre adoptiva. Cuando Madonna y Mercy llegaron a la entrada del lujoso Ritz parisino, la niña comtemplaba anonadada cuanto la rodeaba sujetando la mano de su madre.
Vestida con ropa de marca e inmersa en una vida repleta de abundancia y ostentosidad, lo único que recuerda el origen africano de Mercy James son, hoy por hoy, las trencitas que sigue llevando por peinado y la sorpresa que sus ojitos reflejan ante semejante lujo.