Las evaluaciones anuales marcan el sino de un 2016 que llega a su fin con unas cualificaciones que definen muy mucho cómo se ha desarrollado el año. Fatiga generalizada, agotamiento mental y lo más evidente, falta de ideas que vislumbren un 2017 más próspero.
El Ayuntamiento portuense enfila un balance cuanto menos evidente ante lo expuesto a lo largo de los últimos doce meses. Cifras y actos. Muy transparente.
Cuestiones que han ido desfilando a cuál más comprometida y a cuál menos eficiente en su diagnóstico y resolución final. Un Gobierno que empieza a languidecer y a acusar el esfuerzo improductivo de secuencias que se acumulan ante lo indiscutible.
El control es ajeno al equipo de Gobierno que ha debido ajustarse al dictado de las circunstancias que le han marcado el paso y que a buen seguro, se lo seguirá señalando con el transcurrir de los meses.
El año acaba tal y como se intuía, al límite. Plenos que han ido recorriendo sin pena ni gloria, sin propuestas que añadir a la gestión más encorsetada y entredicha que nunca. El año comenzó con dudas y acaba con dolores de cabeza para los munícipes.
Los que se han ido acumulando y los que sin más remedio han debido aceptar a pies juntillas ante lo inevitable. Las promesas, enfundadas en intenciones inoperantes, se han ido desplomando una a una ante la cruda realidad.
Ni una sola de las cuestiones que se entonaron como adalides del “cambio en positivo” se han visto en Peral, ni han sido contempladas en una ciudad que acata el porvenir que le aguarda.
Ni el anuncio a la paralización de los parkings se ha visto cumplido ante un alargue infructuoso e ilusorio de una cuestión perdida de antemano y que para lo único que ha servido ha sido para debilitar y separar las fuerzas opositoras, que ven cómo el proyecto, inexorablemente, empieza a tomar forma.
La obligación de aceptar ante la amenaza de prevaricación y de denuncia judicial, se plegó ante un propósito que ahora, sometido, abandera en una recuperación del río como idea original y emprendedora.
Sin recursos
La disolución del tripartito PSOE, IU y Levantemos encontró un oponente más, ante un alcalde que interpreta como mejor baza su participación en todas y cada de las Áreas municipales. Una concentración y una interpretación de funciones agotadora e insustancial a todas luces.
Toda vez que espoleara a sus concejales a presentar ideas de gestión, vía e-mail, y éstas no llegaron.
Al igual que el Presupuesto para el venidero curso. Ni un borrador ni un dossier que avance cómo equiparará unas partidas que deberán tener el beneplácito del resto de formaciones y del Ministerio de Economía y Hacienda. Y de un Plan de Ajuste. Ése es el Presupuesto de El Puerto 2017. Transparente a 30 de diciembre.
Otro de los compromisos incumplidos en este ecuador de legislatura ha sido la remunicipalización de las empresas municipales. Tampoco de las auditorías que en su día se anunciaron realizar para poner “luz y taquígrafo” en cada asiento. Nada. Más palabras.
En minoría y acuciado por la erosión, los frentes se acumulan y se capean ante posturas que no hacen sino de bilitar aún más la imagen de mantener un margen y separador partidista ante cuestiones que incumben a la ciudad de pleno.
El posicionamiento distante y silencioso ante la problemática del hospital Santa María del Puerto o la maniobra de Autoridad Portuaria de subastar los terrenos de La Puntilla, ha supuesto la marginación de un De la Encina con posturas encontradas y con resoluciones que más pronto que tarde comprometerán su pretendida imparcialidad.
Sin control, sin oposición
Ni que decir tiene que, si el equipo de Gobierno (PSOE-IU) acarrea el desgaste lógico, mención aparte merece la fragmentada, escuálida y árida oposición. Ni una bancada ni otra marca con ignorancia el saber señalar el camino a su contrario. Torpes maniobras que han supuesto hallar la medicina perfecta para unos y otros en la inacción de propuestas constructivas y acordes a la coyuntura actual de El Puerto.
Tal para cual.
