La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a cuatro años y siete meses de prisión a B.P.R., policía local del Ayuntamiento de Huelva, por un delito continuado de malversación y otro continuado de falsedad en documento público, al apropiarse de 2.789 euros mediante la confección de vales de combustibles supuestamente irreales con cargo a coches del cuerpo policial, siendo esta cantidad parte tasada de lo defraudado ya que el importe total no se ha podido determinar en su totalidad.
Según reza en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el tribunal considera a esta persona, que ya fue considerada culpable por un jurado popular, responsable de estos dos delitos y, además de la pena de prisión, le impone una multa de 4.870 euros, a raíz del pago de diez euros diarios durante 16 meses; la inhabilitación especial para el cargo o empleo público durante cuatro años y un mes, lo que supondrá la pérdida definitiva de su cargo como Policía Local, y el pago de 2.900 euros al Ayuntamiento por la cantidad defraudada.
No obstante, su letrado, Jorge Granado, ha asegurado que recurrirá esta sentencia al entender que "no hay ninguna pericial que demuestre que es su firma la de los documentos, ni tampoco se conoce la cuantía exactamente defraudada", a la par que considera que su cliente "ha sido víctima del proceso de jurado y estaba condenado antes de que comenzara el juicio".
El tribunal considera probado que este agente, entre enero de 2011 y julio de 2012, utilizó en varias ocasiones vales de combustible del Ayuntamiento de Huelva para beneficiarse a cargo del citado ente municipal.
Para ello, y con ánimo de lucrarse, repostaba en una gasolinera lejana, concretamente ubicada de la carretera de San Juan del Puerto con la que el Ayuntamiento de Huelva tuvo un convenio para repostar los vehículos de la Policía Local.
Los empleados de la gasolinera, a petición del agente, entregaban al acusado la diferencia entre lo realmente repostado y lo que se consignaba en los vales, bien en efectivo, fichas de lavado o en artículos de la tienda que el condenado incorporaba a su patrimonio personal.
Las entregas de dinero o bienes eran conocidas por el responsable de la gasolinera y le hacían las entregas al considerarlo un cliente "muy especial". Para ello, el condenado confeccionaba vales de combustible en los que anotaba un número de litros superior al que realmente repostaba.
Además, rellenó vales de combustible que entregó pese a no existir repostaje alguno y en algunas ocasiones plasmó él u otras personas no identificadas firmas que no eran las suyas, atribuyéndoselas a otros compañeros.