Imagino que muchos de ustedes se habrán emocionado ya con el vídeo que anuncia el sorteo de Navidad de este año. Ya saben, una señora mayor a la que todo el pueblo le sigue el rollo de que le ha tocado el gordo, para hacerla feliz. La verdad es que las grandes empresas –y Loterías es una de ellas- saben rodearse de buenos artistas para lograr vender más, que de eso es de lo que se trata.
Pero si ustedes quieren emociones fuertes, y emociones de verdad, no emociones publicitarias, procuren adentrarse en la noticia reciente de la muerte de una anciana, otra anciana, tras un incendio provocado por una vela que tenía encendida en su domicilio. ¿Celebraba algo esta buena señora? ¿Disfrutaba con su marido de una cena íntima, tal vez en celebración de las bodas de oro? No. Qué va. Tenía la vela encendida porque le habían cortado la luz.
Estas empresas eléctricas, que tan bien puestas se ponen en sus reclamos publicitarios, que tanto alardean de fichar a los mejores –casi siempre a políticos desechados de tienta-, no tienen el más mínimo inconveniente en cortarle la luz a una vieja solitaria si no es capaz de pagar el consumo, los impuestos y todas las demás mordidas.
Las viejas, los viejos, están muy bien para utilizarlas como mercancía publicitaria, para conseguir que nos emocionemos y compremos Lotería, pero si no son actores o actrices, si no consiguen que poniendo cara de mucho tiempo aumenten el volumen de venta, si son de Reus y viven solas, y no pueden pagar la luz, se les corta y si se incendian que se incendien. No va a pararse el mundo porque se queme una vieja, dirán ellos.
En Reus, sí, ha sido en Reus. Imagino que allí, con el tema del soberanismo, tampoco les quedará mucho tiempo para preocuparse de señoras solitarias, de esas que dan de comer a las palomas y nunca reciben visitas. Lo cierto es que unos por largarse de España y otros empeñados en empacharnos con los gases lacrimógenos de los vídeos prenavideños, hemos desatendido la vida real, que es, ni más ni menos, la vida real de muchos viejos, muchos de ellos mujeres, que malviven con cuatro euros y que son, por lo que parece, demasiado poca cosa para que la alta política se preocupe por ellos. Feliz Navidad, que ya es Navidad en “El Corte Inglés”. Y en “Loterías del Estado”.