Me siento mal. Llevo tres días fatal, triste, muy triste. Cabreado, muy cabreado. Es como un jarro de agua fría que alguien me hubiera lanzado en pleno invierno. Harto ya de desgobiernos sin pactos, de yihadistas sin alma y de banqueros sin corazón, el lunes un mensaje de Facebook me hizo tambalear, abrir los ojos ante lo que realmente es importante en esta vida. Joder, ya! Que un padre tenga que poner a la venta todo lo que de valor tiene en su casa para poder afrontar la operación de su hijo es… Bueno, no tengo palabras, y si las tengo prefiero guardármelas. Les hablo de Marcos Carribero. Sí, ese chaval jerezano desahuciado por los médicos y por el que nadie daba dos euros hace unos años y que ahora, tras más de una década de lucha por parte de sus padres, sigue ahí, aferrándose a la vida, sonriendo a todo aquel que se le acerca, subiendo peldaños uno tras otro. Y todo gracias a Juan y a Ana Mari, sus padres, que no bajan la guardia, que son capaces de todo por su hijo. Padres valientes, esperanzados y con las fuerzas suficientes para seguir adelante con esta lucha desigual. Cuando el lunes leí el mensaje de Juan diciendo que vendía su televisor, el ordenador en el que aprende su hijo, la mesa de estudio, las lámparas, el sofá y todo lo que hay en su casa, se me saltaron las lágrimas. Incluso decía que si alguien quería regatear, que adelante, que lo único que necesitaba era dinero para que su hijo pudiera ser operado en Boston. Rápidamente lancé un mensaje por Facebook en el que decía que nadie le comprara nada de lo que vende. Que es muy miserable aprovecharse de la necesidad de una familia. Que los Carribero se merecen otra cosa. Merecen una aportación voluntaria. Una ayuda económica en conciencia, sin publicidad, sin que sea necesario lanzarlo a los cuatro vientos. Que ya está bien de golpes en el pecho y de doble moral. Hace unos días hemos estado en las calles de Jerez rezando al Cristo tal y la Virgen cual. Lo respeto con todo mi corazón. Pero creo que Jesucristo y María Santísima están más reflejados en la carita inocente de Marcos Carribero que sobre un paso dorado. Estar junto a él es ver a Dios. Y lo demás son chorradas. Veo en los ojos de sus padres la impotencia que sienten al ver que el tiempo se acaba y que su hijo se apaga, se muere. Sí, se muere. Y que viva muchos años depende de todos nosotros. Los que me conocen saben que nunca he pedido nada para mí. La vida me ha sonreído. Pero ahora pido por Marcos y por una familia que se desvive por él. Me atrevo incluso (y reconozco que es una osadía por mi parte) a hacer un llamamiento a ese jerezano afortunado ganador del Euromillón. Alguien que lea Viva Jerez debe conocerlo bien. Tan solo le pido que conozca a Marcos. Que le mire a los ojos. Que le vea sonreír. Y ya está. Lo demás, vendrá solo. El teléfono de Juan Carribero es el 665.305153 .
Jerez
Estoy triste
Pero ahora pido por Marcos y por una familia que se desvive por él. Me atrevo incluso (y reconozco que es una osadía por mi parte) a hacer un llamamiento a ese jerezano afortunado ganador del Euromillón
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