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El riesgo de lluvia precipitó el final del Domingo de Ramos

Las cofradías optaron por acortar sus itinerarios para evitar un chaparrón que no apareció hasta las once, con la jornada ya casi finiquitada

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La jornada del Domingo de Ramos parecía sentenciada desde hacía ya casi una semana, cuando los primeros partes meteorológicos advertían de riesgo cierto de precipitaciones. Y es cierto que el día amaneció lluvioso, pero no lo es menos que conforme fueron avanzando las horas el cielo deparaba grandes claros que hacían pensar en la posibilidad de zafarse de los malos presagios. Por eso, las cinco cofradías de la jornada se echaron a la calle en la confianza de que la meteorología les permitiera completar sus respectivos itinerarios.

A punto de estuvo de ser así. Sin embargo, sobre pasadas las ocho de la tarde empezó a cundir la sensación de que la jornada estaba pendiente de un hilo. Llegaban además informaciones de localidades vecinas, como Sanlúcar de Barrameda, que hablaban de fuertes aguaceros. Los partes adversos de días anteriores, el temor a que el agua que había caído sobre la desembocadura del Guadalquivir y la presencia de negros nubarrones sobre el cielo de Jerez se fundieron en un cocktail que llevó a las cofradías a pensar en la posibilidad de acortar la jornada.

La primera que movió ficha fue la Hermandad de la Coronación, que al llegar a la Rotonda de los Casinos abandonó la Carrera Oficial para tomar por Honda y Arcos en busca de su templo. Habían caído unas tímidas gotas de agua apenas unos minutos antes.

La Hermandad de las Angustias -que venía justamente detrás- optó por refugiarse en el convento de Santo Domingo ante el temor de que aquellas gotas de agua no fuesen sino el preámbulo de un chaparrón.

La Borriquita se encontraba ya en el tramo final de la Carrera Oficial y justo detrás transitaba El Perdón. Ambas optaron por esperar unos minutos en el interior de la Santa Iglesia Catedral para posteriormente continuar camino de sus respectivos templo. Después llegaría al primer templo diocesano la Hermandad del Transporte, que era la que tendría más complicado el regreso dada la distancia que la separaba de la Basílica de la Merced.

No hubo sorpresas. El Transporte se quedó de manera definitiva en la Catedral y las otras dos cofradías continuaron camino hacia sus templos, acortando su itinerario en el caso de La Borriquita. Al final, tanto la cofradía de la escuela de San José como la Hermandad del Perdón se vieron sorprendidas por la lluvia cuando se encontraban ya muy cerca de sus sedes canónicas, sobre las once de la noche. Hasta entonces, apenas habían caído unas tímidas gotas de agua.

Para entonces ya se encontraban en el interior de sus templos La Coronación y Las Angustias. En el primer caso, el cortejo tomó por Honda y Arcos, con toda tranquilidad. En el segundo lo hizo por Honda, Medina y Santísima Trinidad.

En principio, la Hermandad del Transporte regresará a la Basílica de la Merced el próximo Domingo de Resurrección, si bien quedan por concretar la hora y el itinerario.

Con anterioridad al anuncio de que podía empezar a llover de manera inminente, la jornada del Domingo de Ramos había transcurrido con absoluta normalidad. La Hermandad de la Borriquita incorporó una imagen de una niña a su grupo escultórico, en el proceso de reordenación del mismo que está llevando a cabo el escultor sevillano Fernando Aguado. El paso de palio de la Virgen de la Estrella lució un bellísimo exorno floral. A su llegada a San Marcos, homenajeó a la Sacramental de la Cena en su aniversario con la interpretación de la marcha Triunfal, himno eucarístico por excelencia. Además, el cortejo de la cofradía de San José incorporó un simpecado bordado por Jesús Rosado.

Por su parte, la Hermandad del Perdón presentó como principal novedad la presencia tras el crucificado de la Banda de Cornetas y Tambores de la Merced, de Huelva, un fenomenal exponente de un toque clásico ya prácticamente desaparecido. El paso de palio de la Virgen del Perpetuo Socorro estuvo un año más acompañado por la Banda de Música Virgen del Castillo, de Lebrija, que interpretó Amarguras, de Font de Anta, en la calle Tornería.

El Señor del Consuelo, de la Hermandad del Transporte, recuperó una antigua túnica, restaurada por Ildefonso Jiménez. Este paso de misterio contó con el acompañamiento de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Cádiz. Tras el palio de Madre de Dios de la Misericordia estuvo la Banda de Música de Palomares, de Trebujena, que después de muchos años regresaba a la que siempre fue una de sus cofradías.

La Coronación brilló el poco tiempo que pudo estar en la calle, sobre todo en la calle Arcos; y Las Angustias clausuró la jornada del Domingo de Ramos aportando la nota de severidad y clasicismo que la caracteriza.

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