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Paripé

Sánchez, Rivera e Iglesias han estado jugando al mus envidando y sin pasar y que todo esto no ha sido más que un paripé de aquellos que creían que España era simple y llanamente un tablero de juego sobre el que pasear su ego

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Dice la RAE que un paripé es un fingimiento, una simulación o un acto hipócrita mediante el cual se intenta engañar aparentando algo que no se es. Y para que este artículo no sea merecedor de los mismos atributos, debo decir que no tengo ni la más remota idea de lo que va a ocurrir en España, que como el resto de españoles puede tener mi propia opinión, tan respetable como la de otro, pero al igual que todo lo que se habla y se dice, no deja de ser más que una opinión.Doctores tiene la iglesia. Dicho esto, y aún con el riesgo normal y asumible de equivocarme, todo lo que estamos viviendo en los últimos días en la política nacional parece no ser más que un paripé. Pedro Sánchez se empeña en tratar a los españoles como si no supiésemos sumar, Rivera se obsesiona en intentar echar las culpas a los popularespara disimular su deseo de unas nuevas elecciones, Pablo Iglesias intenta desvincularse de su responsabilidad ante unos nuevos comicios y Garzón sigue con su papel de escudero por un plato de lentejas. Va a resultar, a la postre, que no presentarse a una investidura sin tener los acuerdos necesarios ha sido lo más honesto. Lo que es la vida y la política. Un presunto acuerdo entre PSOE y Ciudadanos no suma, ni aunque incluyan en la votación a todos los ujieres y a los dos leones de la puerta del Congreso de los Diputados. Rivera ha olvidado las palabras que entonó dos días antes del 20D donde aseguraba que “votaría no a quien intentara formar un grupo de perdedores para desbancar a una lista que ganara las elecciones”. Iglesias se empeña en empujar a Pedro Sánchez al abismo y todos ellos son conscientes de que están montando un gran circo, un paripé. Es curioso que los tres sigan intentando cargar la responsabilidad en Mariano Rajoy al que desprecian sin querer reconocer que ganó las elecciones por diferencia, después de la crisis más dura que ha sufrido España en democracia y los casos de corrupción, no más graves, pero sin duda los más mediáticos. Los que claman una abstención de los populares para investir a los perdedores nunca fueron tan enérgicos solicitando a los perdedores una abstención para no bloquear un gobierno de los ganadores, que hubiese sido lo más sensato. Más, si cabe, cuando entre Sánchez, Rivera, Iglesias y Garzón, no suman gestionando ni una comunidad de vecinos. Se lo están pasando “pipa” a nuestra costa, montando un paripé. Lo que estamos viviendo no es la escenificación de un pacto de gobierno sino el inicio de una nueva campaña electoral. Pedro Sánchez sabe que lo que plantea es imposible y los de la formación naranja le siguen el juego para que el PP parezca el malo de la película. Pero todos saben que gran parte de España no entendería un pacto de perdedores, como tampoco unas nuevas elecciones, e intentan no quedarse sin su silla cuando se pare la música. En la investidura, Pedro Sánchez no conseguirá la mayoría absoluta en la primera votación, ni la mayoría simple  en la segunda vuelta y entonces se abrirá la caja de los truenos en su partido, salvo que Iglesias sienta vértigo y termine por contaminar a un PSOE que intenta alejarse, ahora, de ellos. Y en ese momento Rivera, que ahora lo adora, lo despreciará y humillará y culpará  una vez más a los populares de no abstenerse, con el único fin de prepararse su propia campaña electoral por las televisiones de España. Y entonces, el péndulo volverá a su lugar de partida. Un ofrecimiento del gran pacto de estado que España necesita, en la mano de los partidos que han conseguido el mayor apoyo ciudadano, por la estabilidad de España y cualquiera sabe si con los mismos actores principales. Será en ese momento cuando se descubrirá que todos estos meses, Sánchez, Rivera e Iglesias han estado jugando al mus envidando y sin pasar y que todo esto no ha sido más que un paripé de aquellos que creían que España era simple y llanamente un tablero de juego sobre el que pasear su ego. En resumen, finalizamos como empezamos, todo ha sido un paripé. 

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