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Ser o no ser

¿Por qué Onda Jerez sí y Villamarta no? ¿Será porque la tele sirve para manipular y la cultura para crear conciencia crítica?

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El Ayuntamiento triplicó en los últimos cuatro años las subvenciones municipales que transfiere a la cuenta corriente de Jecomusa, la hasta hace poco empresa local que gestionaba Onda Jerez Radio y Televisión. Mientras, rebajó en más de un 60% las aportaciones a la Fundación Teatro Villamarta para sus gastos de mantenimiento en la última década. ¿Por qué Onda Jerez sí y Villamarta no? ¿Será porque la tele sirve para manipular y la cultura para crear conciencia crítica? No seamos mal pensados. El caso es que el anterior gobierno municipal, que anunció un ERE para la mayor parte de la plantilla de la emisora como paso previo para su privatización, acabó discriminando positivamente a sus empleados con un ERE voluntario en condiciones ilegales de acuerdo a la reforma laboral del propio PP. Y además, triplicó las aportaciones para mantener la cadena. Y además, terminó por municipalizarla ante su déficit estructural crónico. Sus trabajadores, hasta ahora un 80% de sus directivos no tenían titulación universitaria, ya son hoy empleados municipales de pleno derecho. Enhorabuena, por supuesto.

En Villamarta ha pasado todo lo contrario. Conscientes de su gran valor y labor social, cultural y económica para la ciudad y la provincia, lo arrojaron a su suerte. Siguió malviviendo gracias a sus ingresos propios como consecuencia de la buena programación y de milagros como el Festival de Jerez. Ni siquiera plantearon descabezar el organigrama –aunque finalmente acabaran cesando a su director general-, y pese a prometer un contrato-programa que garantizara su continuidad, lo incumplieron sistemáticamente para que el espacio se derrumbase por inanición. ¿Quién quiere un teatro?, debieron pensar. Aún se recuerda cuando en el primer verano del gobierno del PP la idea era llenar de caspa la programación del Teatro. ¿Por qué no Arévalo y Bertín, cosas para el populacho?

En ambos entes hay trabajadores públicos, unos mejores y otros peores, como en todo sitios, que merecen respeto. No se debería jugar con ellos políticamente. No hubiese sido justo cargarse a más de la mitad de la plantilla de Onda Jerez solo por criterios de ahorro. Es injusto que siempre paguen los mismos los desmanes y las tropelías de los que mandan. La reflexión debería haber ido encaminada a si la emisora de todos es rentablemente socialmente, si de verdad cumple unos criterios de calidad y es beneficiosa para el conjunto de la sociedad que habita en la comarca. ¿Ven los jerezanos Onda Jerez, se ven en ella? Hay que analizar si sus contenidos son plurales y variados, si su información es honesta y cubre la actualidad en toda su dimensión –Pelayo llegó a eliminar los especiales electorales, salvo el de las municipales-. Y hay que ver si de verdad sirve para algo que no sea para que suene la fanfarria cada vez que aparece el gobierno de turno y el alcalde o alcaldesa se haga omnipresente. Una tele pública solo tiene dos objetivos: el confesable y el inconfesable. La utilidad pública o el juguete político. Onda Jerez ahora no cumple ninguno de los dos. Y eso es muy grave porque cuesta a las arcas municipales unos 3 millones de euros al año. Casi idéntico presupuesto que el del Villamarta pero éste ingresando mucho más. Hagan sus cuentas.

También merecen respeto los contribuyentes a la hora de que sus administradores pongan cada céntimo de todos en la calle. La cuestión es si la inversión pública es rentable socialmente o no, la única rentabilidad que debe cuestionarse sobre determinados asuntos gestionados con dinero de todos. Mientras se crea una serie de casillas en el recibo del IBI o en el del sellito del coche en las que se pueda marcar una equis para dar nuestro consentimiento a determinado destino de nuestras contribuciones a la Hacienda Local, tendremos que conformarnos con patalear. Cada uno desde donde pueda y quiera. Si ponemos en este momento el canal de la TDT donde la arcaica señal analógica emite Onda Jerez puede que tengan suerte y vean la emisión de algún espectáculo de Villamarta. O puede que probablemente suenen cornetas y tambores en la primera levantá de la alcaldesa de turno.

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