Los usuarios de Down Jerez Aspanido celebraron ayer sábado el Día Mundial del Síndrome de Down repartiendo claveles blancos en el centro comercial Área Sur y dando difusión al eslogan de su última campaña de sensibilización:“la vida no va de cromosomas”. Con una trayectoria más que consolidada de más de 25 años en Jerez, la Asociación Down Jerez Aspanido cuenta en la actualidad con unos 70 usuarios de todas las edades y principalmente de la zona de Jerez.
El equipo humano no descuida ninguna de las etapas de la vida de estas personas, desde la atención temprana al envejecimiento activo a través de proyectos y programas que a estas alturas todavía siguen siendo desconocidos por muchos jerezanos: centro de atención infantil temprana, apoyo escolar y logopeda, escuela de padres, servicio de terapia familiar, curso de formación laboral, programa de deporte, vida saludable y envejecimiento activo, proyecto amigo y vivienda compartida y club de ocio y tiempo libre...la lista es interminable.
Y es que la filosofía de la Fundación Down Jerez Aspanido “se basa en conseguir la mayor autonomía posible” para sus usuarios a los que progresivamente van retirando la tutela para que cada vez sean más autónomos e independiente. “Van al cole, a tomar café y trabajan igual que cualquiera de nosotros”, señalan los especialistas de este centro. De hecho, como explica su presidenta, Juana Zarzuela, afortunadamente Jerez “es la ciudad más abierta para la discapacidad que conozco” y con este colectivo siempre se ha mostrado “respetuosa”.
El problema, como resalta, es que a veces los propios padres de hijos con Síndrome de Down son los que involuntariamente ponen más barreras en su afán por protegerlos. “Por el miedo a abrir la mano para que vuelvan los pájaros los asfixian y ellos piden lo mismo que cualquiera de nosotros: que les dejen más libertad, vivir en pareja, y no estar en entornos protegidos”, resalta. Para ello, llega un momento que esta fundación pone a disposición de los chicos un programa de viviendas compartidas y de formación con el apoyo de mediadores voluntarios. Será en un piso de la calle Arcos que les ceda el Ayuntamiento y que espera inaugurar muy pronto. Será su vivienda más estable, en la que vivan todo el tiempo, salvo los fines de semana”. Allí van a ir planificando las comidas, organizándose y van a aprender a resolver los conflictos que puedan surgir en la convivencia, como le puede ocurrir a cualquier persona que vive con otro grupo de amigos o a la propia familia. No estarán solos. Los mediadores ejercen de “jefes del piso” como ya lo son en el de formación de la calle Pedro Alonso. Lo más importate es que conseguir el punto de equilibrio para que se valgan por sí mismos pero siempre sin estar perdidos ni saber a qué atenerse. “Cuando salen de la edad escolar, tienen cursos de formaciones laborales como cualquier chico de su edad, de camarero, de reponedor...estamos consiguiendo que se normalice este asunto, perder el miedo, que sean capaz de tener un trabajo, vivir con los compañeros y en pareja”, resalta Zarzuela. Nada de guetos ni de servicios educativos especiales que los aleje del circuito ordinario educativo. “Aprenden de otros niños, en sus mismos colegios, pero con un profesor de apoyo, no tienen que estar ni en entornos protegidos ni en centros especiales, queremos que se integren con el resto”.