De rima libre y profunda emotividad, el poema que Luis Cernuda dedica al cementerio de Torremolinos no menciona por nombre la población, pero deja que el lector adivine el lugar, inconfundible y pacífico lugar, ya en sus primeros versos. Aunque probablemente lo escribió durante su estancia en Torremolinos, recogió el poema en un volumen allá por los años 1944 y 1947, en la nostalgia del exilio. Cernuda bautizó a Torremolinos como "Sansueña", cual si quisiera imprimir para la posterioridad el sello indeleble de la denominación de origen del lugar maravilloso que guarda en su seno el cofre de oro de los sueños y de los ensueños. Reza así el poema, en su principio: "Por la costa del sur, sobre una roca / alta junto a la mar, el cementerio / aquel descansa en codiciable olvido / y el agua arrulla el sueño del pasado. / Desde el dintel, cerrado entre los muros, / huerto parecería, si no fuese / por las losas, posadas en la hierba / como un poco de nieve que no oprime..."
Corona Cernuda el poema con estos versos: "El recuerdo por eso vuelve hoy / al cementerio aquel, la mar, la roca / en la costa del sur: el hombre quiere / caer donde el amor fue suyo un día". No sería descabellado afirmar que Cernuda hubiera escogido Torremolinos para vivir, de habérselo permitido las circunstancias. Sus dos últimos versos son muy expresivos a este respecto ("El hombre quiere caer donde el amor fue suyo un día"). Lo que sí es cierto es que Cernuda fue uno de los pioneros turistas de Torremolinos, turista de honor por excelencia.
Nació Luis Cernuda en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902. Cursó estudios en su universidad y años más tarde ejerció la docencia en Francia, donde escribió "Un río, un amor" (1929) y "Los placeres prohibidos" (1931). De 1929 es también su obra "Egloga, Elegía y Oda". Vuelto a España, publicó "Donde habite el olvido" (1933-34) y "La realidad y el deseo" (1936). Enrolado en la colectividad republicana Misiones pedagógicas, Cernuda se vio obligado a abandonar el país al estallar la guerra civil y se exilió en Gran Bretaña, donde fue profesor universitario en Londres, Cambridge, Glasgow y Surrey. Posteriormente emigró a Estados Unidos, donde vivió hasta 1952, enseñando literatura española. En ese mismo año se trasladó a México, donde falleció el 5 de noviembre de 1963.
Las principales obras que Luis Cernuda escribió en el exilio fueron: "Las nubes y Ocnos" (1943); "Como quien espera el alba" (1944-47); "Vivir sin estar viviendo" (1949); "Con las horas contadas" (1956); "Estudios sobre poesía española contemporánea" (1953-59); "Poesía y literatura, 2 tomos, recopilación de estudios críticos" (1960, con ampliación póstuma en 1965). El último libro escrito por Cernuda fue "La desolación de la quimera" (1962). En ellos reflejó el poeta la nostalgia por su lejana patria y la amarga soledad que le embargaba. La obra "El indolente", si bien fue una de las primeras que escribió Cernuda, no aparece mencionada en las reseñas biográficas que del poeta citan las enciclopedias, ya que las mismas se limitan a señalar escuetamente su bibliografía más conocida y no detallan los innumerables artículos literarios que publicó en revistas como Mediodía, Revista de Occidente, Cruz y Raya, Papel de aleluya y, sobre todo, Litoral, revista que precisamente tiene su sede editorial en Torremolinos, al frente de Lorenzo Saval y Maria José Amado. Fue en un suplemento de Litoral donde apareció publicado el primer libro de versos de Luis Cernuda, "Perfil del aire", en 1927, gracias a su profesor de derecho en la universidad, el también poeta Pedro Salinas, que le puso en contacto con los fundadores de la malagueña revista, los inolvidables maestros del verso Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
En "El indolente" vemos reflejado, bajo el seudónimo de Sansueña, el Torremolinos de finales de los años veinte. Escribe Cernuda: "Sansueña es un pueblo ribereño en el mar del sur transparente y profundo... En Sansueña los ojos se abren a la luz pura y el pecho respira un aire oloroso... La paz ha hecho su morada bajo los sombrajos donde duermen estos hombres. Y aunque al amanecer les despierte, yendo en sus barcas a tender las redes, a mediodía retiradas con el copo, también durante el día reina la paz... Si alguna vez me pierdo, que vengan a buscarme aquí, a Sansueña". Y, refiriéndose al inglés de la peseta y su Castillo de Santa Clara, escribe: "Bien sabía esto Don Míster, como llamaban (su verdadero nombre no hace al caso) todos al inglés que años atrás compró aquella casa espaciosa, erguida entre las peñas..."
Probablemente también tuvo en cuenta a Torremolinos cuando escribió los versos del poema titulado "Quisiera estar solo en el sur", un fragmento del cual dice: "El Sur es un desierto que llora mientras canta / y esa voz no se extingue como pájaro muerto. / Hacia el mar encamina sus deseos amargos, / abriendo un eco débil que vive lentamente. / En el Sur, tan distante, quiero estar confundido. / La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta…"
Saliendo al paso de la oportunísima placa memorial que Torremolinos ha dedicado a Luis Cernuda en el cementerio de San Miguel, bien merecería este glorioso poeta que el pueblo le consagrara el pasaje conocido como "Camino de la playa", que es denominación común, junto al cementerio. Amén de ampliar la selecta relación de calles y plazas dedicadas a poetas y escritores en el municipio, sería un honor para Torremolinos el que una de sus vías públicas llevara el nombre de este insigne poeta de la generación del 27, que dejó parte de su alma en Sansueña, Torremolinos. Sea para su honra y memoria, si factible es, el nombre de "Pasaje de Luis Cernuda".