Será cuestión de los tiempos que corren y de la tan remachada evolución social, pero lo cierto es que el sevillano no tiene suficiente memoria como para recordar un día de Corpus con tan poca afluencia de público en sus calles.
Fue la noticia en una mañana esplendorosa en lo climatológico y en la que muchísimos hogares y bares céntricos enfocaban su atención a la proclamación de Felife VI como Rey de España. El himno nacional se recogía prácticamente en cada esquina del recorrido del Corpus Christi.
Por una avenida de la Constitución desierta salía a primeras horas del alba un extenso cortejo que como es costumbre presidían en su delantera los Niños Carráncanos de la Sacramental del Sagrario. Eran las 11.15 horas de la mañana cuando la Giralda, engalada en honor al nuevo monarca español, repicaba con sus solemnes toques de campana despertando el interés de todos los presentes. En ese instante, el paso de Santa Ángela de la Cruz, comandado por la hermandad de la Amargura, y el de las Santas Justa y Rufina, que este año fue portado por los costaleros de La O, ya se encontraban en el interior del templo catedralicio tras finalizar su recorrido. Mientras, la efigie de San Isidoro alcanzaba la calle Alemanes.
Avanzaba la mañana y el calor comenzó a hacer estragos en el entorno de la Plaza de San Francisco y la Plaza del Salvador, quizás los dos puntos del recorrido donde más público se congregaría. Sin duda, por el Consistorio hispalense se pudieron tomar las instantáneas más sublimes de este espléndido cortejo. Atravesaron los dos arcos eucarísticos previstos para la ocasión San Leandro y el patrón San Fernando a los sones de la Banda Municipal, que se perfiló ante la patrona del Ayuntamiento dispuesta sobre su altar, la Hiniesta Gloriosa.
Tan elegante como acostumbra caminó el paso de la Inmaculada Concepción de Alonso Martínez, exornado una vez más por la cofradía del Silencio. Seguidamente, el Niño Jesús ‘montañesino’ del Sagrario, a los sones del tintineo de su templete. Y para finalizar, la Santa Espina, o la popularmente conocida como ‘Custodio chica’, y la magistral obra renacentista de la ciudad de Sevilla, la Custodia de Juan de Arfe. 3 metros de altura y 300 kilos de plata para adorar y alabar a la razón de toda esta festividad centenaria, el Santísimo Sacramento.
En torno a las 12.30 horas finalizaba la solemne procesión, con la Custodia encarada en la Puerta de los Palos y el posterior desfile militar. Un nuevo año de Corpus que vistió de celeste a una Sevilla irreconocible en sus calles, donde no sólo faltó el calor del sol, sino el de los sevillanos.
Las Vísperas ganan a la mañana del Corpus
Es una cuestión de tendencias. El amplio repertorio de actos y multitudinarios y esplendorosos altares que lucen desde primeras horas en el centro de Sevilla han motivado a que los ciudadanos disfruten aún más de una tarde-noche de Vísperas que de la propia jornada de Corpus. Ayer, el casco histórico se llenó casi hasta la bandera, con un ambiente entre futbolero (jugaba la selección) y cofrade. Sin duda, es un reclamo más para los miles de turistas que se asoman a la capital andaluza en este señalada fecha, pero sería muy triste que se perdiese el sabor de esta fiesta que radica en la mañana de Corpus, el tercer jueves del año que desde hace cientos de años reluce en Sevilla con luz propia más que el mismísimo sol.