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El Marco de Jerez presume de antigüedad en el cierre de Vinoble

Vinos de Jerez antiquísimos, que datan de 1790, 1792, 1830, 1864 y 1903, han protagonizado la última jornada del Salón Internacional de los Vinos Nobles, Vinoble, que se ha celebrado durante tres días en Jerez de la Frontera.

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  • Catas milenarias -

Vinos de Jerez antiquísimos, que datan de 1790, 1792, 1830, 1864 y 1903, han protagonizado la última jornada del Salón Internacional de los Vinos Nobles, Vinoble, que se ha celebrado durante tres días en Jerez de la Frontera.

Un millar de profesionales internacionales del sector han participado en Vinoble 2014, una cita en la que se han exhibido unos 700 vinos procedentes de trece países, de veinte regiones vinícolas del mundo.

Jerez, que este año es Ciudad Europea del Vino y que, por tradición, es una referencia en este sector vinícola, ha albergado este encuentro bienal que, tras un paréntesis porque la crisis ha impedido anteriores ediciones, se ha reanudado ahora, con vocación de celebrar su próximo encuentro en 2016.

La bodega Osborne ha sido la encargada hoy de mostrar, en una de las catas organizadas en Vinoble, la centenaria historia de los vinos del Marco de Jerez.

En "La cata de los mil años" Ignacio Lozano e Iván Llanza, de Osborne, han dado a probar a los expertos soleras antiquísimas, de 1790, 1792, 1830, 1864 y 1903, que la bodega guarda en un museo en su sede de El Puerto de Santa María, al que los amantes de estos vinos pueden acercarse "como un amante de la pintura al Prado", dice Llanza.

Son "joyas enológicas" que forman parte de "añadas históricas", como la solera BC 200, que se envió a Rusia a la corte del zar Nicolás II, o el Capuchino 1790; el Sibarita 1792; el Amontillado 51-1ª 1830, el Solera AOS 1903 y Solera Pedro Ximénez Viejo 1905.

Unos vinos cuyas soleras han llegado al siglo XXI "en perfecto estado" gracias a que a lo largo de los años, perpetuando su conservación y su proceso de envejecimiento, se han conservado.

De ellos se extraen unas producciones comerciales anuales que en algunos casos no llegan a las 200 botellas al año, que pueden llegar a costar unos doscientos euros.

"Son vinos muy complejos y que tienen una historia que contar", ha asegurado Ivan Llanza, que ha contado como uno de ellos, el Solera AOS 1903, fue criado en una solera que un Osborne preparó para celebrar el nacimiento de su hijo, con el mandato de que no se abriera hasta que éste cumpliera 21 años y pudiera probar el alcohol.

Vinoble también ha ofrecido en su última jornada vinos nobles de Georgia y Sudáfrica, un país, que, como la mayoría de las colonias británicas, ha desarrollado una gran afición por la producción y el consumo de este tipo de caldos.

"Que nos hayan imitado es un cumplido", ha explicado a Efe César Saldaña, director general del Consejo Regulador del Marco de Jerez, un organismo que a través de la UE ha luchado y continúa luchando porque las bodegas de estos países especifiquen que sus vinos no son del Marco de Jerez.

Una pelea, cuenta, similar a la que hizo que el cava dejara de llamarse "champagne".

Tim James, gran especialista de los vinos fortificados sudafricanos, que han sustituido ya el nombre "Sherry" o "Jerez" en sus botellas por el de "Cape", ya que son cultivados en la zonas vitivinícolas alrededor del Cabo, ha ofrecido hoy detalles sobre unas producciones que alcanzan ya una tradición de más de 350 años.

Los vinos de Georgia, el segundo país mayor productor de botellas de vino de todo el mundo, con 1,5 millones cada año, han estado presentes también en este salón que se ha celebrado en el Alcázar de Jerez, así como los Malvasías de Canarias, elaborados en entornos volcánicos, con producciones muy cortas y que apenas se exportan fuera de las islas

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