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La Manzanilla, la reina de la feria sanluqueña

La Mazanilla brillará un año más en la Feria de Sanlúcar, que se celebrará del 27 de mayo al 1 de junio a lo largo del Paseo de la Calzada de Sanlúcar de Barrameda

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  • Manzanilla y langostinos. -

La temporada de ferias y fiestas de la primavera en Andalucía cumple un nuevo episodio entre el 27 de mayo y el 1 de junio con la Feria de la Manzanilla, en Sanlúcar de Barrameda, lo que representa una nueva ocasión para que la Manzanilla se descubra como el vino predilecto de las celebraciones populares en la región. Como ha anunciado el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Vino de Jerez y Manzanilla de Sanlúcar, en este periodo se espera una comercialización superior a los 12 millones de medias botellas (el formato tradicional en este tipo de celebraciones), hito que ya se alcanzó el año anterior y que representa un 36 por ciento del que se produce a lo largo de todo el año. Más allá de las cifras, en un momento clave para las bodegas del Marco, la Feria de Sanlúcar pone de relieve la importancia de consumir correctamente este tipo de vino.

En estos días, el velo de Flor muestra su máxima expresión dentro de las botas y las bodegas sanluqueñas aprovechan para realizar sus “sacas” de primavera, cuando las condiciones climatológicas mejor acompañan. De este modo, el vino que se consume durante la Feria se encuentra en su estado óptimo.

Para disfrutar de la Manzanilla en su momento de máximo esplendor, y observando el comportamiento de sus máximos conocedores, los sanluqueños, desde el CRDO realizan una serie de recomendaciones que permitan experimentar en su plenitud las virtudes de este vino único:
1) el consumo debe ser siempre moderado y acompañado de la excelente gastronomía de la tierra. Los toques salinos de la manzanilla combinan a la perfección con sabores tan típicos de estas fiestas como los mariscos, el pescado frito, el jamón ibérico, los salazones, los aliños, la carte a la parrilla, etcétera.
2) Elegir productos certificados. Para disfrutar de la Manzanilla con todas las garantías de calidad, los consumidores deben exigir que los envases de Manzanilla que se sirvan durante estas ferias cuenten con el sello de garantía de la correspondiente Denominación de Origen. Optar por marcas conocidas y buscar el sello de autenticidad de origen en la contraetiqueta del vino son la mejor manera de asegurarse un producto excelente.
3) El formato más adecuado es la media botella. Ya sea para disfrutar de una copa bien fría en la Feria o para el clásico rebujito, lo más recomendable es abrir la media botella justo en el momento de servir para que no pierda sus propiedades. Con una capacidad de 375 ml, la media botella permite disfrutar de 6 copitas sin que el vino se caliente, o vaciarla en una jarra con la medida exacta para ser mezclado con el refresco.
4) El mejor vaso para apreciar sus virtudes es una copa de talle esbelto y cristal fino. Hay que coger el catavino por su base o por el tallo para que el vino no se caliente con el tacto.
5) Disfrutarlo en buena compañía. La manzanilla y la feria son símbolos de celebración con amigos y familia.

¿Cómo hacer el rebujito perfecto?

Como parte de la fiesta, elaborar un buen rebujito tiene su propia liturgia que forma parte del hecho mismo de consumirlo. Las proporciones recomendadas generalmente son 1/3 de manzanilla por 2/3 de refresco de lima con mucho hielo, añadiendo unas hojas de hierbabuena siempre que sea posible.

Con todo, la elaboración del rebujito es ante todo una decisión personal de quienes lo consumen, por lo que lo más aconsejable es pedir por separado la media botella de manzanilla y el refresco y mezclarlo al gusto. El rebujito perfecto es, en definitiva, el que uno mismo prepara, disfrutando de lo que ya constituye toda una tradición para los amantes de la feria: una botella de manzanilla, una copa con hielo, refresco de lima y el arte de combinarlo.

Los sanluqueños conocen bien este rito que, a diferencia de lo que pueda parecer, no es un “invento” de nueva creación. Ya en la Inglaterra victoriana se consumían estos vinos combinados con limón, azúcar, agua carbonatada y hielo picado, a modo de bebida refrescante, que era conocida en la época como Sherry Cobblers.

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