El joven acusado de asesinar de una paliza a la que fuera su novia, Mónica Carrión, en Otura (Granada) el 19 de julio de 2011, cuando ella tenía 18 años, ha afirmado en la tarde de este lunes que ella se "autolesionó" aunque ha admitido que le propinó varios golpes, sin especificar cuántos, apuntando que la agresión fue mutua, y que no fue consciente de la gravedad de las heridas que su pareja presentaba hasta que llegó casi sin respiración al Hospital Clínico de Granada.
De hecho, ha señalado que aquella tarde-noche Mónica le llegó a agredir con una piedra, que quedó "semiinconsciente", que perdió la visión y la noción del tiempo, y que de pronto recobró el sentido cuando ella, ya tirada en el suelo bocabajo, le decía 'Te quiero'.
El procesado, de iniciales J.B.R. y conocido por el alias 'El murciano', ha reconstruido durante su declaración en la tarde de este lunes ante el jurado que valora su caso esta semana en la Audiencia de Granada aquel 19 de julio, que le ha sentado en el banquillo de los acusados por un posible delito de asesinato con las agravantes de alevosía y ensañamiento, por el que la Fiscalía solicita para él una condena de 25 años de prisión.
Durante más de dos horas de comparecencia, ha dicho que Mónica se había "cabreado" con él porque el día anterior se había marchado con unos amigos, pese a que había quedado con ella, y que llegó a escribirle a la mañana siguiente, ya el 19 de julio, un mensaje de texto al móvil en el que le comunicaba que rompía su relación. Sin embargo, según ha indicado, ella se dirigió a la cafetería en la que él trabajaba, del padre de Mónica, para pedirle que la llamara ese día.
Ya por la tarde, a las 16,30 horas, a la salida del trabajo, el procesado, de 23 años, ha asegurado que tomó unas cinco cervezas con el padre de su novia y una clienta, y que después se marchó a su casa a ducharse y comer algo. A continuación, se dirigió hacia la casa de su novia, a la que se encontró por el camino. Ella, que estaba tomando clases de conducir en una autoescuela, le comunicó que podrían ir a practicar con el coche a una zona de Otura sin tráfico, el campo de golf. Una vez allí, los dos fueron haciendo "planes de futuro", en una suerte de reconciliación, según ha afirmado, e incluso hablaron de irse de vacaciones juntos, mientras él se fumaba "dos o tres porros".
Así las cosas, Mónica, ha sostenido el acusado de su asesinato, le instó a que los dos se dirigieran a un descampado cercano para mantener relaciones sexuales en el interior del vehículo. Sin embargo, una vez allí, el inculpado le vio una señal en el cuerpo, que ella le aseguró que se le había hecho otro hombre, con el que además ya había mantenido anteriormente una relación sentimental. Entonces, él le dijo que si había abusado de ella había que acudir a la Guardia Civil, lo que Mónica negó. 'El murciano' la amenazó entonces con contarle lo que había pasado a la mujer de ese hombre, y le dijo que ya no quería estar más con ella, que quería cortar la relación.
Mónica, según el inculpado, le mordió en el brazo para evitar que arrancara y se salió del coche. Comenzó a "autolesionarse" y a insultarlo, y él intentó calmarla dándole un abrazo, pero ella le propinó un golpe con una piedra en la cabeza. Fue en ese momento cuando asegura que perdió la consciencia, aunque admite que pudo haber "intercambio de golpes". "Yo reaccioné mal, aunque si le di golpes fue inconscientemente". Al cabo de un rato que no ha podido precisar, recobró el sentido cuando escuchó que Mónica le decía 'Te quiero'. Vio que ella estaba bocabajo y que apenas respiraba, con lo que le intentó hacerle el boca a boca y un masaje cardio-respiratorio, pero no reaccionó.
Asegura que le puso los pantalones vaqueros que ella se había quitado, la arrastró como pudo al interior del coche, y que se dirigió por la autovía hasta el Hospital Clínico de Granada. En el trayecto, Mónica no habló, y parecía no reaccionar, aunque afirma que movía los brazos. Una vez allí, llamó en primer lugar a su madre, que no contestó, y después a los padres de su novia, a los que en principio mintió por "miedo a represalias", y dijo que habían sido víctimas del asalto de un grupo de hombres, entre ellos el exnovio de Mónica, con el que supuestamente ella había estado aquel día. "Cuando llegué al hospital fue cuando me di cuenta de que algo grave había pasado. Me parecía que no era real", ha mantenido el joven, que ha negado que fuera celoso o conocedor de artes marciales.
El juicio, que se ha dado por concluido sobre las 19,30 horas de este lunes, continuará este martes con las testificales propuestas por las partes personadas --entre las que figuran, además de Fiscalía, defensa y acusación particular, las acusaciones populares de la Abogacía del Estado, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Otura--, y está previsto que quede visto para veredicto el próximo jueves.
PETICIÓN DE LA FISCALÍA
Además de la pena de cárcel, el Ministerio Público solicita para el acusado el pago de indemnizaciones de 252.000 euros para sus familiares, mientras que la familia de la joven, personada en el caso como acusación particular, pide una pena similar para el presunto asesino, de 23 años de prisión por el mismo delito, y con las agravantes de parentesco, alevosía y ensañamiento, teniendo en cuenta que el informe forense desveló que sufrió más de 200 lesiones, e indemnizaciones de 190.000 euros para los padres y los hermanos de la fallecida y una orden de alejamiento por un periodo de 33 años.
La defensa, por su parte, sostiene que el inculpado actuó bajo los efectos de las drogas y del alcohol, movido por el "arrebato y la obcecación", que le llevó a pensar que los dos habían sido víctimas de una banda armada, y que intentó auxiliar a la joven llevándola al hospital cuando se percató de que estaba grave, por lo que solicita que se le imponga una condena de cinco años de prisión por un delito de homicidio con la concurrencia de esas tres circunstancias atenuantes.
Según el fiscal, la tarde del martes día 19 de julio de 2011, pasadas las 16,00 horas, y después de que el inculpado terminara su jornada laboral como camarero en el bar 'Cubo', propiedad del padre de Mónica, se dirigió a bordo de un coche hacia la casa de su novia con la finalidad de trasladarla a la autoescuela, donde estaba recibiendo clases para hacerse con el carné de conducir. A la novia se la encontró a mitad de camino, y ella se subió al coche, con el que ambos se desplazaron hacia las inmediaciones un campo de golf donde permanecieron el resto de la tarde. Llegada la noche, siendo aproximadamente las 21,00 o 21,30 horas, decidieron retornar, y accedieron a una zona despoblada recorriendo a continuación algo más de 100 metros, punto en el que giró a la izquierda llegando a una rambla seca donde estacionó.
Una vez allí y dentro del coche, el joven y su novia comenzaron una discusión, en el transcurso de la cual, el inculpado, "actuando guiado por un claro y manifiesto propósito de acabar con la vida de Mónica, y valiéndose de sus conocimientos derivados de la práctica de artes marciales", comenzó a golpearla en la cabeza y en la cara, arañándola por el cuerpo, para acto seguido, estando Mónica fuera del coche, valerse de algún objeto contundente para "golpearla nuevamente" y darle aún más puñetazos. Provocó de esta forma que Mónica se desplomase en el suelo donde, pese a observar que le costaba mantener la respiración, el novio la dejó tumbada, y retornó al coche, desde donde escuchaba cómo la chica, "agonizante", le decía "te quiero, te quiero mucho".
Transcurridos unos minutos, se dirigió hacia donde estaba Mónica, la arrastró hasta el vehículo, y la subió en la parte trasera del mismo, optando, en un momento determinado, por desplazarla hacia el Hospital Clínico de la capital granadina, donde llegó a fallecer a los escasos minutos de ingresar.