Según el calendario indicado, los siete reactores más viejos del país --que fueron objeto de una moratoria tras el accidente nuclear en la planta japonesa de Fukushima-1-- y el de Kruemmel no volverán a funcionar, mientras que un segundo grupo de seis cerrará en 2021 y los tres más modernos lo harán en 2022.
A pesar de esta decisión, Rottgen ha explicado que el impuesto sobre las barras de combustible gastadas seguirá vigente, aunque no ha especificado hasta cuando. Con ello, el Gobierno espera recaudar unos 2,3 billones de euros anuales.
Además, el ministro ha aclarado que se trata de una decisión definitiva, por lo que "no habrá cláusula de revisión", a pesar de que algunos partidos políticos habían solicitado que la medida pudiera revisarse en un futuro.
La industria alemana ya ha advertido de que el cierre prematuro de los reactores nucleares podría tener unas consecuencias nefastas, especialmente si no se plantea una alternativa para sustituir la energía que producen, que representa el 23 por ciento de la que se consume en el país.
En esta línea se manifestaba la canciller, Angela Merkel, antes de entrar en la reunión. "Creo que estamos en el buen camino, pero hay muchas dudas que resolver. Si quieres acabar con algo, también tienes que decir cómo podemos conseguir un suministro de energía duradero y sostenible", ha dicho, en declaraciones recogidas por la BBC.
Precisamente, para solventar un desabastecimiento, en el caso de que las energías renovables y los combustibles fósiles no sean suficientes para atender la demanda energética, la coalición ha acordado mantener en "reserva fría" hasta 2013 uno de los reactores.
La clausura de los reactores obedece a las multitudinarias manifestaciones antinucleares que tuvieron lugar en Alemania tras el accidente en Fukushima-1. Además, ha recibido el apoyo del Partido Verde, que arrebató a los cristiano-demócratas su bastión de Baden-Wuerttemberg en las elecciones de marzo.