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Isabel II continúa su viaje a Irlanda con actos de alto contenido simbólico

Ya por la tarde, la soberana pisó, por primera vez, el césped del estadio dublinés de Croke Park, escenario del primer "Domingo Sangriento".

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  • Isabel II. -
La reina Isabel II de Inglaterra continuó este miércoles su histórico viaje a Irlanda con varios actos de alto contenido simbólico, como el homenaje a los irlandeses muertos sirviendo al Ejército británico o la visita al estadio Croke Park, el escenario del primer "Domingo Sangriento".

Si el día de su llegada a Dublín la soberana recordó a los héroes irlandeses nacionalistas que lucharon contra la dominación del Reino Unido, este miércoles hizo lo propio con los casi 50.000 que murieron en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

En un país que, a menudo, no ha tratado a las víctimas de aquel conflicto de la misma manera que lo ha hecho con sus revolucionarios nacionalistas, el gesto de la reina añadió significado al propósito de su visita, ratificar la normalización definitiva de la relaciones entre ambas naciones.

Entre los invitados a la ceremonia se encontraban dirigentes de las iglesias católica y protestante de la isla, veteranos de guerra, ex paramilitares unionistas de Irlanda del Norte y representantes de todos los partidos irlandeses o norirlandeses, a excepción del Sinn Fein, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Ya por la tarde, la soberana pisó, por primera vez, el césped del estadio dublinés de Croke Park, escenario del primer "Domingo Sangriento" y campo casi sagrado para el nacionalismo irlandés.

Entre fortísimas medidas de seguridad, Isabel II y McAleese, fueron recibidas en "Croker" por el presidente de la Asociación de Deportes Gaélicos (GAA) -la propietaria del estadio-, Christy Cooney.

En la sala de trofeos, Isabel II se reunió con varios mandatarios regionales de la GAA, si bien alguno de ellos no asistió al encuentro en protesta por su presencia en Irlanda.

Parece que algunos no olvidan que este estadio quedó marcado por la tragedia el 21 de noviembre de 1920, un domingo en plena guerra de la independencia (1919-1921).

Fuerzas paramilitares del Ejército británico entraron en el campo y abrieron fuego contra el público y los jugadores, que disputaban un partido de fútbol gaélico, lo que causó 14 muertes, entre ellas las de tres niños, y decenas de heridos.

Durante más de un siglo, la GAA ha servido como centro de reunión para la comunidad católica, sobre todo en las zonas rurales del Ulster y, en ocasiones, como refugio de las posiciones más violentas del movimiento republicano, con el IRA a la cabeza.

Sólo recientemente, al hilo del proceso de paz en la isla, la GAA modificó sus estatutos y tras someterlo a votación, decidió eliminar la normativa que prohibía a miembros de las fuerzas de seguridad norirlandesas, mayoritariamente protestante, participar en los deportes gaélicos.

La solemnidad de estas dos visitas contrastó con la que efectuó por la mañana junto a su esposo Felipe, duque de Edimburgo, al museo de la fábrica de la cerveza Guinness.

Ambos protagonizaron la anécdota del día cuando rechazaron probar la que los irlandeses denominan "la pinta perfecta".

La escena tuvo lugar en el Gravity Bar de la emblemática fábrica de Saint James, en la última planta de un edificio reformado para albergar un museo dedicado a la llamada "sustancia negra", en referencia a esta cerveza "stout" famosa en el mundo entero.

La pinta fue servida por el "maestro cervecero" Fergal Murray, una de las pocas personas que conoce la cantidad y tipo exacto de lúpulo, malta de cebaba y levadura contenida en la fórmula secreta de la Guinness.

Aún así, los soberanos rechazaron paladearla, quizá porque Felipe bromeó al preguntar si el agua para su elaboración procedía del Liffey, el río que transcurre por la capital irlandesa, cuando, de hecho, ésta se recoge en los manantiales cristalinos de las montañas de Wicklow.

Isabel II cerrará la jornada con una cena de Estado que será celebrada en el Castillo de Dublín, sede del Gobierno británico durante la ocupación de la isla de Irlanda, y a la que asistirá, entre otros, el primer ministro británico, David Cameron.

Este será el único acto programado para que la reina se dirija a los irlandeses a través de un discurso con el que no se espera, no obstante, que pida disculpas por las atrocidades cometidas por los británicos en las isla en el pasado.

En cierta manera, la soberana ya representó el cierre de las heridas del pasado cuando el lunes depositó una corona de flores y guardó un minuto de silencio ante el monumento dedicado a los irlandeses caídos por la causa de la liberación nacional.

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