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Los Grammy Latinos ¿flamencos?

Omar Montes se cuela en los seleccionados para la final de este prestigioso premio de la música que cada vez se aleja más del arte jondo

Publicado: 20/09/2023 ·
13:19
· Actualizado: 20/09/2023 · 15:33
  • Omar Montes. -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

Alianda

El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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Hace unos días acudí a la presentación oficial del documental Flamenco: la tierra está viva, dirigido por la norteamericana Eve A. Ma con la estrecha colaboración del cantaor Antonio Malena, que además de encargarse de la producción artística hace las veces de narrador. Aunque en este artículo no queramos profundizar sobre el contenido del mismo, sí que aprovecho para reconocer que en las casi dos horas de duración se cuenta con testimonios de alto nivel musical como los de Manuel Agujetas, Manuel Moneo, Periquín Niño Jero, Mateo Soleá, Juana la del Pipa, Luis Moneo, Elu de Jerez, Macanita, Manuel Malena, Diego del Morao o Manuel Parrilla.

Uno de los que aparecen, de manera fugaz, es el patriarca Manuel Morao, que resume su aportación en una frase: “la palabra flamenco es un márquetin”. Morao ya ha dejado claro que para él lo acertado es llamar a su música, a su cultura artística, como cante gitano clásico andaluz. Se colige, pues, que lo que precisamente intenta es concretar y no dejar en un espacio ambiguo y gélido todo aquello que se haga hoy día y que todos llaman flamenco, más que nada porque no lo es.

Dejando esta premisa señalada, toma especial valor lo que tío Manuel, como lo llamamos los aficionados jerezanos, lleva diciendo hace unos años y que a algunos tanto chirría porque parece un comentario anacrónico. Cada vez entiendo más a un gitano que nació en un barrio como Santiago, con todas las dificultades del mundo, y que consiguió llevar su espectáculo, Gypsy Passion, al mismo Broadway. Y lo hizo llevando hasta otro lado del mundo a artistas de los suyos, cantando soleá, seguiriyas o bulerías de la tierra.

Treinta años después, el gitano cabal se habrá despertado con la noticia de que los que aspiran a llevarse el Latin Grammy al Mejor Álbum de Música Flamenca no son otros que Israel Fernández, por Pura Sangre (Universal Music Spain S.L.U.), Diego Guerrero, por Por La Tangente (Diego Guerrero Sánchez), Niña Pastori, por Camino (Sony Music Entertainment España, S.L), Juanfe Pérez, por Prohibido El Toque (Youkali Music) y hasta Omar Montes, por Quejíos de un maleante (2022 Sony Music Entertainment US Latin LLC).

Supongo que, como el resto de cantaores o miembros de la familia flamenca, Manuel Morao estará más que escarmentado porque no es la primera vez que se nomina a músicos que poco o nada se identifican con las consignas de Antonio Mairena o Manolo Caracol. No a todos podríamos considerarlos de tal manera porque cierto es que Israel Fernández, con si singular estilo, ha puesto el cante nuevamente en rincones insospechados y ha acercado a muchísima gente joven a esto, así como Juanfe Pérez, guitarrista y bajista que ha aportado nuevos sones a los ya aceptados como tradicionales. Diego Guerrero, por su parte, interpreta versiones e impone su estilo aflamencado por rumbas, tangos y bulerías. A Niña Pastori todos la conocemos, sus orígenes flamencos y su apertura a un modelo que ha conseguido la aceptación de un público heterogéneo y masivo. Y Omar Montes, inclasificable, pero no flamenco.

El ganador podrá saberse en el desarrollo de la gala que se celebrará en Sevilla, ahí es nada, el 16 de noviembre, Día del Flamenco desde que fue nombrado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Curioso, al menos, que en esa jornada el arte que tanto defendieron algunos como Juan Talega, Manuel Torre o Enrique El Mellizo quede en un lugar tan paupérrimo.

Por concluir, muchos siguen diciendo que no habría que darle tanta importancia a un premio que se elige en el mismo ámbito en el que se encuentran los productores afamados, sellos discográficos de alto nivel y la propia industria de la música, pues todo parece quedar en familia, pero sí que este reconocimiento cumple una labor para quienes, como Antonio Rey, al ganarlo han podido dar el salto que necesitaban. Por tanto, debería ser mucho más estudiado y tener en cuenta quienes se baten el cobre por la ancestral cultura jonda.

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