La mitología griega no deja de ser un extraordinario culebrón basado en una exquisita imaginación de sus creadores. Uno de los capítulos más extraordinarios es el dedicado a Narciso, aquel joven dotado de tal hermosura que todas las mujeres del Olimpo estaban enamoradas de él. Pero su verdadero secreto residía en su perfume embriagador, que tanto nos evoca, y no por casualidad, a la gran película El Padrino. Una de aquellas prendadas era Eco que irritó tanto a Juno, que le profirió como castigo el tener que repetir siempre varias veces la última palabra de la frase que pronunciara. Eco quiso entregarse a Narciso y, tal como relata Ovidio en su Metamorfosis, tras repetirle incansablemente al joven: -Ven, este desde la embelesada soberbia de su lindeza la repudió. Desde entonces Eco se refugia en las cuevas, valles angostos y templos cerrados para manifestarse de la manera que conocemos. Por su parte, como esa Némesis que todos llevamos dentro, la de Narciso lo llevó a penar en un estanque para que, viéndose reflejado en su agua, no dejara de autocomplacerse. Como quien quiere atravesar un espejo para ver el misterio que tras él se esconde, acabó ahogado en el fondo del lagunajo. Allí fue, según la mitología, donde apareció la primera hermosa flor que desde entonces lleva su nombre.
Linneo tuvo a bien respetar esta designación griega para denominar a un género de plantas mediterráneas, que incluye a un centenar de especies e híbridos.Estas presentan en común una corola de una arquitectura soberbia, en la que desde una fulgurante estrellade seis puntas surge una corola que siempre se gira hacia abajo buscando el agua donde contemplar su belleza. En las sierras y llanuras de nuestra provincia podemos encontrar hasta una quincena de estas espectaculares flores, muchas de ellas exclusivas, endémicas.
Al inicio de esta primavera pudimos percatarnos de la indecisión de muchos de nuestros árboles sobre si florecer o no florecer ante el miedo a postreras heladas o al inicio de una dilatada sequía. Mientras tanto, fieles a su compromiso equinoccial, los narcisos han cubierto por toda nuestra geografía desde los prados hasta las fisuras de rocas de las altas cumbres. Parecía que nos advirtiesen de los excesos del narcisismo humano. La mejor exhibición de este trastorno de la personalidad lo veremos en este largo periodo electoral que nos sobreviene. Lo conseguido y lo prometido se manifestarán como un eco transitorio que se diluirá al poco tiempo después. Será entonces el tiempo del juicio de Némesis, encargada de evaluar las cinco claves a observar de un gobierno: la justicia retributiva, la solidaridad, la venganza, el equilibrio y la fortuna.