Ucrania ha pedido hoy a Turquía que reaccione al ataque ruso cerrando a los barcos de este país el estrecho del Bósforo, la única salida al Mediterráneo desde el Mar Negro, base de una de las principales flotas militares de Moscú.
El tráfico por esa zona está regulado desde 1936 por la Convención de Montreux. Es la primera vez desde la II Guerra Mundial que se plantea la aplicación del tratado en tiempos de guerra.
LA CONVENCIÓN
El tiempos de paz, la Convención de Montreux permite el paso de navíos militares de menos de 15.000 toneladas, exige un preaviso de 15 días y pone un tope a los barcos de países no ribereños que pueden estar al mismo tiempo en el Mar Negro. Además, limita el tiempo de estancia de esos buques a 21 días.
Estas normas imposibilitan el envío de portaaviones de países de la OTAN al Mar Negro, porque todos son mayores que 15.000 toneladas.
España, por ejemplo, tiene actualmente desplegadas en la zona la fragata Blas de Lezo, de unas 6.000 toneladas de desplazamiento, y al patrullero de altura Meteoro, de 2.500 toneladas, en una misión de la OTAN.
En tiempos de guerra, la aplicación del tratado depende de si Turquía es neutral o parte del conflicto.
OPCIÓN A: NEUTRALIDAD
Si Turquía es neutral, la Convención le obliga a cerrar el paso por los Dardanelos y el Bósforo a todo navío militar de un país involucrado en el conflicto, salvo que esté retornando a su base.
Esto significa que los buques rumanos y búlgaros, miembros de la OTAN, los ucranianos y los rusos pueden aún cruzar hacia el Mar Negro. No podrán pasar buques militares de otros países pero sí cargueros civiles.
Esto es lo que ocurrió durante la II Guerra Mundial: Turquía se mantuvo neutral e impidió el paso de buques militares de los países en guerra.
OPCIÓN B: TURQUÍA ENTRA EN GUERRA
Si Turquía, miembro de la OTAN desde 1952, entra en guerra, puede autorizar o denegar el pasaje de cualquier buque, sin importar su tonelaje. El embajador de Ucrania en Ankara, Vasyl Bodnar, ha pedido hoy que se impida el paso de buques rusos, una solicitud ante la que Turquía aún no ha respondido.
Si permitiera el paso, por ejemplo, a portaaviones de Estados Unidos, se expondría al riesgo de represalias por parte de Rusia.
Turquía importa de Rusia el 33 % del gas natural que consume, por lo que un cierre de los gasoductos llevaría al colapso del país.
Una entrada de guerra de Turquía en el lado de Rusia es aún menos verosímil, ya que implicaría romper con la Unión Europea, destino del 40 % de las exportaciones turcas.
AMENAZA INMINENTE
El artículo 21 de la Convención de Montreux permite a Turquía actuar con esa misma libertad cuando percibe una "amenaza inminente de guerra", aunque no sea parte.
El tratado original establece que en ese caso debe informar a la Liga de Naciones, la antecesora de Naciones Unidas, que en teoría debería primero aprobar asumir esa responsabilidad.
Los analistas turcos creen que Turquía podría invocar esta cláusula para beneficiar a sus aliados europeos.
Sin embargo, también esta decisión podría desencadenar represalias por parte de Moscú.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado esta semana que los lazos "políticos, militares y económicos" tanto con Ucrania como con Rusia no permiten a Turquía romper con ninguno.
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La invasión rusa pone el foco sobre el control turco del acceso al Mar Negro
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