Las cartas que iban y venían desde Londres a Madrid, como cantara por sevillanas Manuel Pareja Obregón, son ya un reducto para nostálgicos, pero las escritas a lo largo de los siglos siguen siendo una fuente inagotable para escudriñar no sólo la vida cotidiana en épocas pasadas, sino también para conocer la evolución e historia de la lengua.
Así lo ha entendido el
grupo de investigación Historia15 de la
Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla que colidera la catedrática e
influencer de la lengua, la sevillana
Lola Pons Rodríguez (
@Nosolodeyod en su perfil de Twitter). Con motivo de la inauguración este martes 10 de septiembre del
Congreso internacional Documentos y monumentos para la historia de la lengua española (VI Congreso de la red Charta), la Facultad de Filología acoge, en el patio acristalado, hasta el próximo día 20 la
exposición Mujeres con pluma. Documentos epistolares femeninos del siglo XVIII al XX. “
Por primera vez en la investigación de la historia de la lengua, hay una sección dedicada a documentación escrita por mujeres. Y será aquí en Sevilla”, presume Lola Pons que reconoce que este lunes ha escrito una carta a la “única persona que me escribe así, Emilio Lledó”, reputado y reconocido filósofo español, así como miembro de la Real Academia Española (RAE).
En los diez paneles montados tras la ardua tarea de investigación de estos textos documentales escritos por mujeres, que hasta ahora “no habían tenido especial protagonismo”, se pueden ver
reproducciones de cartas escritas desde 1726 a 1980. Escritos de mujeres como Ana Dorotea Ordóñez de Portocarrero, cuyas misivas están en los archivos de los Condes de Luque, en el Archivo Histórico Nacional. O la carta de amor que una mujer llamada Vicenta envió a su novio durante la Guerra de la Independencia y que fue interceptada. Con un corazón cruzado por flechas, Vicenta escribe: “Ahí llevas mi corazón. Mira cómo me le tienes”.
La
profesora María Fernández Álvarez, comisaria junto con Lola Pons de la muestra, resalta que las cartas muestran “diferentes perfiles” de mujeres en su “día a día”. “Se refleja que
su mundo es mucho más restringido que el de los varones. En las cartas de los hombres, puede haber contenido familiar, pero también hay referencias a su presencia en el ámbito público, los negocios, el comercio… Estas señoras que escriben cartas hablan de que te mando una toquita o fíjate cómo iba vestida mengana a la fiesta”, explica Lola Pons que, no obstante, aclara que también se identifican en estas misivas “
patrones con los que nosotros ahora podemos caracterizarnos como mujeres”. “Uno de los documentos que exponemos –explica- es una carta de una mujer a la Junta Suprema que gobernaba en España durante la Guerra de la Independencia. En ella, ofrece su propia opinión sobre cómo hay que defender Madrid y la puerta de Fuencarral de los franceses, y dice: “Mujer como soy, los aniquilara con la vista”. Vemos su preocupación por el país, su interés por implicarse en los temas del momento”.
Paula Cordero es alumna de la Facultad y las cartas que sus abuelos se mandaron durante el servicio militar de él y su estancia en Alemania cierran la exposición. “Mi abuelo leía las de mi abuela y las quemaba. En las que conservó mi abuela, su marido le decía: “No me pongas más No te olvido, que eso lo he visto en los cementerios y yo tengo que darte mucha lata”. Una carta en la que queda claro que el abuelo de Paula estaba en Alemania pero no perdía el sentido del humor.
En el futuro, la
evolución de la lengua no podrá estudiarse muy probablemente con documentos como las cartas manuscritas. “Ahora, existen trabajos que usan
Twitter como corpus y hay bases de datos donde se vuelcan los tuits que escribimos día a día. El problema es que reflejan la cultura de la inmediatez”, señala Lola Pons que ni argumenta ni razona ni explica desde la nostalgia, sino desde la más profunda vocación por enseñar la lengua.