El
último debate electoral antes de las
elecciones del próximo domingo fue la escenificación de un
cuatro (PP, Cs, Vox y Adelante Sevilla) contra uno (Espadas). Tanto en lo diálectico como en la disposición formal del escenario, con un alcalde y candidato a la reelección en el centro, respondiendo a diestra y siniestra con datos y
fiel a su estilo didáctico y propositivo, al que no renunció por más que el resto de los partidos lo pincharon con acusaciones directas.
Los candidatos del PP y Cs, Beltrán Pérez y Álvaro Pimentel, dejaron claro desde el minuto de presentación el objetivo común a batir: Juan Espadas.
En el caso de
Pimentel, se fajó para
disipar cualquier atisbo de pacto con el PSOE. Alusiones directas y concretas a la gestión del alcalde y candidato a la reválida: suciedad, impuestos y “vergonzosa ejecución presupuestaria” en los distritos, entre otras. “No hay una política más antisocial que no ejecutar los presupuestos”, le espetó.
Beltrán Pérez salió a jugar el papel de alcalde.
Insistió machaconamente a Juan Espadas para que le dijera cuál sería su voto como oposición a las tres primeras medidas que adoptaría un hipotético gobierno municipal liderado por el PP:
climatización de todos los colegios (“nuestros niños se achicharran”, dijo),
revisión del Plan General de Ordenación Urbana y
bajada de impuestos, en sintonía con la política de la Junta de Andalucía (PP y Cs).
El número dos por la lista de Adelante Sevilla,
Daniel González Rojas, tampoco se lo puso fácil a Espadas, al que
dedicó las palabras más gruesas en relación a la gestión estos últimos cuatro años en los
barrios más desfavorecidos de la ciudad, tanto en materia de
empleo como de
vivienda. “No estaría mal que las fuerzas de izquierdas alguna vez reconocieran y coincidieran en que se ha hecho mucho en materia de vivienda”, le replicó Espadas.
La candidata de Vox a la Alcaldía,
Cristina Peláez, se estrenó en un debate televisivo, donde su principal obsesión era colocar los mensajes generales de la formación que lidera Santiago Abascal:
no a las ayudas para entidades ideológicas, no adoctrinamiento, no Ley de Memoria Histórica... y, coincidiendo en las reclamaciones que hicieron Cs y PP (más limpieza, creación de empleo, bajada de impuestos e infraestructuras), quiso dejar claro que, como ya ha ocurrido en San Telmo, su fuerza puede ser la decisiva para propiciar un giro a la derecha en la Plaza Nueva.
Juan Espadas no renunció en los 90 minutos que duró el debate a su estilo, pese a los intentos más duros, protagonizados por Beltrán Pérez y, a ráfagas, por Álvaro Pimentel, y a los más tímidos, de la mano de Vox. El debate a cinco terminó siendo un debate de todos contra uno para fijar más que mensajes, posiciones de cara al 27M.