Tempranillo, verdejo o albariño, ¿cuál resistirá mejor al cambio climático?
Cambios en la maduración, en el aroma, en la acidez... las consecuencias del cambio climático hacen mella en el viñedo español y han llevado a los bodegueros a promover una investigación sobre cómo reaccionarán las principales variedades de uva ante los previsibles aumentos de temperatura y carencia de agua.
Tras cuatro años de trabajos de campo y laboratorio, las conclusiones del proyecto Cenit Demeter, que aglutina a 26 bodegueros y 31 grupos de investigación españoles, está a punto de responder a cómo afectará el calentamiento global a las variedades tempranillo, verdejo y albariño.
Para observar el previsible escenario al que se enfrentaría el viñedo en las próximas décadas -hasta 3 grados más de temperatura y un 50 % menos de agua, en el peor de los casos-, el empresario Miguel Torres, impulsor del proyecto, ofreció uno de sus viñedos del Penedés como laboratorio.
En una entrevista con Efe, Torres explica que su preocupación por los efectos del cambio climático nació a raíz de ver el documental "Una verdad incómoda" (2007) del exvicepresidente estadounidense Al Gore.
Fue entonces cuando asegura que empezó a ser consciente de que "se está produciendo un cambio en las condiciones climáticas más acelerado del que ha habido en el planeta en otras épocas", y de que eso iba a afectar a las viñas, "muy sensibles a los cambios de temperatura".
La sensibilidad de Torres fue compartida por otras 25 bodegas españolas, que con el apoyo del Ministerio de Ciencia (de donde salió la mitad de los 26 millones de euros de inversión necesaria), inician un proyecto que les permitirá generar conocimientos para posicionar el sector vitivinícola frente al cambio climático.
Su parte práctica se desarrolla en los viñedos de Torres en Villafranca del Penedés (Tarragona), donde, en diferentes recintos, han hecho crecer 360 cepas, de las tres citadas variedades, en diferentes condiciones climáticas.
Unas crecen en una situación de temperatura y riego similar a la de la media de los diez últimos años; otras lo están haciendo a una media anual tres grados superior y, finalmente, reciben un 50 por ciento menos de agua.
A la espera del análisis científico de los resultados -se están haciendo, entre otros, estudios genéticos y de posibilidades de enfermedades ante esas condiciones-, la observación de las cepas habla por sí sola.
Las que reciben menos agua tienen prácticamente la mitad de la envergadura que las que reciben el doble, así como troncos y ramas mucho menos gruesos.
Por su parte, las que están sometidas a 3 grados más maduran unas dos semanas antes que las que están a condiciones climáticas normales; y dan uvas con características muy diferentes.
De la contemplación de las plantas también se deduce que las que más afectadas por los efectos del calentamiento parecen las cepas de albariño y las más resistentes las de tempranillo.
No obstante, para obtener conclusiones definitivas habrá que esperar a comienzos de 2012 "cuando habrá datos sobre la mesa que darán a las bodegas todas las respuestas para seguir haciendo vinos de máxima calidad", explica Mireia Torres, directora de I+D y de varias bodegas de la empresa familiar.
España, con el viñedo más extenso del mundo en superficie, "es el primer país vinícola que asume el desafío de combatir el cambio climático a través de sus bodegas y será en pionero en la lucha y adaptación", añade su padre, Miguel Torres.
Su empresa, con 10 millones de inversión presupuestados para hacer sus bodegas más sostenibles y el compromiso de reducir sus emisiones de CO2 en un 30 % en 2020 respecto a los niveles de 2008, son buen ejemplo de ello.
Para lograrlo, además de coches eléctricos, placas fotovoltaicas e inversión eólica en sus instalaciones, desarrollan una línea de investigación para neutralizar las emisiones del proceso de fermentación mediante un novedoso proceso de captación de CO2 por algas.