Alejandro Merello
Vaya por delante que, lego como soy en estas lides, mi conocimiento de la demoscopia se reduce a la experiencia cosechada en mis días de política activa. Disculpen a priori si en estas líneas cometo alguna imprudencia, más fruto de mi necesidad por compartir una lectura personal que por hacer un análisis para el cual no estoy capacitado.
En poco menos de un año y medio nos enfrentaremos a las urnas en todos los municipios de España. Con tanto tiempo por delante, nos sorprenden con una encuesta sobre la intención de voto en nuestra ciudad. Una encuesta muy favorable para nuestro actual alcalde, al que otorgan un resultado muy próximo a la mayoría absoluta.
Habitualmente, este tipo de encuesta de intención de voto son más dadas a realizarse en momentos más cercanos al evento electoral. Levantando dudas sobre si alcanzar la primera posición en las encuestas es favorecedor, de ahí lo del “carro ganador”, o si por el contrario, una ventaja importante favorece que el electorado se quede en casa.
Todavía recuerdo cuando en las municipales del 2015, Candón alcanzó la victoria, -con mejores números de Beardo cuatro años después-, pero con un alto índice de abstención por parte de un electorado “acostumbrado” a las consecutivas victorias del Partido Popular en El Puerto.
Podría hablarles de la famosa “cocina”, donde los resultados de las encuestas se mueven de un lado a otro y donde los fogones funcionan a base de miedos: “pon un concejal más a este y quítaselo a este otro”.
Verán, por lo poco que conozco, las encuestas de intención de votos son las que más se prestan a error, si tras ellas no hay un trabajo continuo que pulse la opinión general de la población casi día a día ¿Saben dónde adquiere la importancia este trabajo de campo continuo en el tiempo?
Pues verán, la dificultad de “acertar” en sus previsiones una encuesta sobre la intención de voto radica en la capacidad de leer correctamente que porcentaje de los indecisos se decantará por una opción u otra. Es fácil, en cierto modo, reconocer el voto que una formación política tendrá de manera fija, el conocido como “voto cautivo”.
Conocer en todo momento las inquietudes, la opinión o el conocimiento de la gestión de cada formación favorece que se pronostique en un mayor porcentaje el baile de votos entre los “no sabe/no contesta”. Y, francamente, no creo que detrás de esta encuesta haya un trabajo continuo en el tiempo.
Entonces, ¿qué interés puede haber en publicar una encuesta de esta índole con tanto tiempo vista?, ¿qué interés puede haber en conocer la intención del voto en un momento no demasiado dulce para el partido en el poder, sin presupuestos, sin PGOU, con una policía local en jaque, sin servicio de grúa, contratas sin renovar, sin guardería municipal, privando a las asociaciones locales de sus subvenciones, con proveedores sin cobrar, con problemas en las comunicaciones internas del ayuntamiento, con las pistas deportivas de aquella manera o con la ausencia de socorristas hasta final de temporada en playas sin bandera azul?
Sólo veo una intención: crear opinión. Muchos son los que desconocen el estado de la gestión municipal más allá de las cabalgatas del señor Calleja.
Muchos son los que desconocen más de la mitad de las situaciones que les he descrito y a muchos de ellos se les quiere hacer llegar el mensaje de “todo va bien”. No se crean, que el mensaje cala.
Es una manera de ganar en la cocina lo que se pierde en el despacho “¡Oído cocina!”, se pone un concejal aquí y otro allí y a sacar platos. Y que el mensaje rule, que rule antes de que la comida se enfríe, que hay muchas bocas que alimentar.