“Al belga no le gustan los españoles”, dice que dicen de él sus críticos, pero Gérard Mortier cree que resumir así su trabajo en el Teatro Real obedece “al método Jean Marie Le Pen”, es decir, “malinterpretar intencionadamente al extranjero”, y también, asegura sin ambages, “a la envidia”.
En las últimas semanas, Mortier, que ha firmado la primera de las seis temporadas que estará al frente del Real, ha tenido que lidiar con las críticas que le han llovido por su comentario de que los cantantes líricos españoles no tenían estilo y cantaban igual Verdi que Puccini.
“Lo digo muy claro: eso ha sido utilizado por algunas personas con mala intención. Es el método Jean Marie Le Pen –el líder de la ultraderecha francesa–, el de la mala intención para juzgar al extranjero. No sólo pasa en España, también lo he vivido en Salzburgo” –cuyo festival dirigió 10 años–, afirma en una entrevista con Efe.
Y, como tiene 67 años y no ve por qué no puede decir lo que piensa, añade que las críticas también responden a “la envidia”.
“Mortier da lecciones. Sí. Con mi experiencia y mi carrera, algunos pueden aprender de mí. Es muy simple”.
Para empezar, rebate, él no se siente extranjero, sino “un español europeo” al que le gustaría que quien le cuestiona hablara alemán –la lengua en la que piensa– “tan bien” como él ha logrado en un año hablar en castellano, y, para seguir, si hay alguien que ha seguido y contratado “mucho” a los cantantes españoles, es él.
Desde Pilar Lorengar, a la que vio por primera vez con 19 años como Pamina, y de la que sabe “perfectamente” que ya falleció a pesar de que “haya quien ha dicho que lo ignoraba”, hasta Teresa Berganza, pasando por Alfredo Kraus, Jaume Aragal, o los más jóvenes, como María Bayo, Carlos Álvarez o Alicia Nafé, enumera.
Su trabajo en el teatro, dice, es “la música, no la escena”, dar “nivel” a la orquesta, “que cada semana mejora”, y al coro, que ya es, presume, “uno de los mejores de Europa”.
“No acepto que digan que no me gustan los cantantes españoles –insiste–. Cuando he hablado de ‘falta de estilo’ me refería a los jóvenes que vienen a hacer audiciones aquí. El último año he escuchado a cerca de setenta, y son voces con un color muy bello, pero muchas veces no tienen idea de lo que cantan”. Sus profesores, argumenta, no les explican Mozart o “lo que pasa” cuando se canta Wagner.