Francia inició este sábado su primer fin de semana de confinamiento con un refuerzo de los controles para limitar la propagación del virus en el país, donde ya hay más de 500 muertos y tres ciudades han optado además por un toque de queda nocturno.
Niza, Béziers y Perpiñán, todas ellas en el sureste, aplicarán desde esta noche esa nueva restricción, que en los dos primeros casos estará en vigor hasta el 31 de marzo y en el segundo hasta el 1 de abril.
El último balance del Ministerio de Sanidad recalca que en Francia hay ya 562 muertes por coronavirus, 112 más en las últimas 24 horas, y 14.459 casos confirmados, de los cuales 1.525 son graves.
"La situación seguirá agravándose antes de que el confinamiento haga efecto", indicó ante la prensa el titular de ese gabinete, Olivier Véran, según el cual tomarse a la ligera la necesidad de quedarse en casa "no solo es irresponsable, sino peligroso para uno mismo y los otros".
Su homólogo en Interior, Christophe Castaner, había advertido este viernes de que no iba a haber excepciones para irse de fin de semana. A la entrada de las estaciones de tren parisinas, todo pasajero que no pudiera justificar un motivo válido de su viaje se enfrentaba hoy a 135 euros de multa.
Desde el principio del confinamiento en Francia este martes, las fuerzas del orden han controlado en todo el país a 867.695 personas y multado a casi 39.000, según el último balance oficial.
En Niza las autoridades locales recurren ya a drones, y la Policía parisina hizo este sábado sus primeras pruebas con esos aparatos para añadirlos al dispositivo de vigilancia en la capital, donde también han empezado a utilizarse helicópteros.
El Consejo Científico del Gobierno se pronunciará este lunes sobre la probable prolongación del confinamiento, previsto en un primer momento para 15 días.
"El confinamiento generalizado aplicado con rigor es clave para vencer la epidemia y dar tiempo al personal sanitario, a los hospitales, para salvar numerosas vidas", dijo Veran.
Francia dispone actualmente de una reserva de 86 millones de mascarillas y calcula que semanalmente se necesitan 24 millones. El país tiene capacidad para fabricar seis millones por semana y a partir de abril, según las autoridades, esa cifra se elevará a los ocho millones.
Para paliar la escasez y frenar la polémica sobre la falta de previsión, el ministro de Sanidad recalcó este sábado que se ha hecho un pedido en el extranjero de 250 millones de mascarillas, que se recibirán progresivamente.
Al esfuerzo estatal se suma la contribución de empresas privadas como el grupo del lujo LVMH, que ofrece diez millones y se ha comprometido a gestionar el envío de otros 40, o la operadora de telecomunicaciones Bouygues, que facilitará un millón.
Por el momento en Francia los test de coronavirus no se efectúan de forma generalizada por falta de capacidad, pero la estrategia cambiará tras el confinamiento: "Debemos poder comprobar si las personas sobre las que tenemos dudas tienen o no la enfermedad", dijo Veran.
En las próximas semanas se esperan precisiones sobre la nueva metodología de pruebas masivas, recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que les ayudará a "incrementar la vigilancia".
Pese a las críticas a la actuación gubernamental, que acusan al Gobierno de haber reaccionado tarde a la crisis, un último sondeo difundido este viernes, efectuado por Harris Interactiv-Epoka entre el 17 y el 19 de marzo, apunta que la popularidad del presidente, Emmanuel Macron, ha mejorado.
Por primera vez desde la primavera de 2018, su gestión es aprobada por más de la mitad de la población (51 %), 13 puntos porcentuales más en un mes, mientras que la del primer ministro, Édouard Philippe, ha subido 10, hasta el 48 %.