"Varios proyectiles cayeron también en barrios residenciales y alcanzaron incluso la zona donde está la universidad de Al Zawiya", precisó la fuente
Al menos tres miembros de las milicias afines al Gobierno reconocido por la ONU en Trípoli (GNA) murieron hoy en bombardeos de la aviación bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del país, informaron a Efe fuentes de Seguridad.
Según las mismas, el ataque aéreo se produjo poco antes de mediodía y tuvo como objetivo un cuartel de la Guardia Fronteriza en la ciudad de Zawiya, próxima a Túnez y corazón de las mafias que se dedican al contrabando de personas.
"Varios proyectiles cayeron también en barrios residenciales y alcanzaron incluso la zona donde está la universidad de Al Zawiya", precisó la fuente.
La Aviación de Hafter también bombardeó anoche el barrio de Al Yafina, en la ciudad de Tayura, en el extrarradio de la capital, donde destruyó viviendas civiles, denunció a Efe el portavoz del Ministerio de Salud, Amin al Hachemi.
"Hafter no dejó ninguna parte sin bombardear y usó cohetes Grad que impactaron en varios zonas residenciales", confirmó a Efe un testigo que habita la ciudad.
En respuesta a estos ataques, fuerzas aéreas vinculadas al GNA bombardearon distintas posiciones de tropas de Hafter en la ciudad de Tarhuna -a 80 kilómetros al sureste de Trípoli- explicó el jefe del servicio operativo de la operación militar "Volcán de ira", general Ahmed Abu Shahma.
"Las tropas del GNA avanzaron también por tierra hacia el antiguo aeropuerto internacional (de Trípoli) a través del eje de Qasr Bin Ghashir", escenario durante todo el día de intensos combates artilleros, señaló
La nueva tanda de combates coincidió hoy con una intensificación de los esfuerzos para acabar con un conflicto que estalló el pasado 4 de abril, fecha en la que Hafter decidió emprender la conquista de Trípoli con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres de visita oficial, en un claro mensaje a la comunidad internacional.
Desde entonces, los combates han causado más de 500 muertos, más de 3.000 heridos y obligado a más de 30.000 personas a convertirse en desplazados internos según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los combates han afectado igualmente a los miles de migrantes irregulares que están confinados en centros de detención de Trípoli, y a los que se intenta trasladar a lugares más seguros en el norte de la ciudad.
En este ambiente, el consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reunió en Bruselas para analizar la crisis del conflicto libio y se anunció una reunión de cancilleres de los países vecinos para la próxima semana en Túnez.
El objetivo es para la espiral de violencia y lograr un alto el fuego, que ya solicitó el presidente francés, Enmanuel Macron, al jefe del gobierno impuesto por la ONU en Trípoli, Fayez al Serraj, durante la gira que este último realizó la semana pasada a Europa en busca de apoyo.
La batalla por el control de la capital, que de ganar Hafter le concedería prácticamente el control absoluto del país, ha puesto de relieve la compleja red de injerencias extranjeras que padece Libia desde la revolución que en 2011 acabó con la dictadura de Muamar al Gadafi.
Desde entonces Libia es un estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil, con dos gobiernos enfrentados en la actualidad: uno fruto del plan de paz fallido propuesto por la ONU en 2015, y que a duras penas controla Trípoli y algunas poblaciones en el oeste.
Y otro liderado por el mariscal Hafter, que tutela el Parlamento en la ciudad oriental de Tobruk, domina todos los recursos petroleros y controla prácticamente el setenta por ciento restante del territorio nacional.
Del conflicto político se benefician redes mafiosas dedicadas al contrabando de armas, combustible y personas -que se han convertido en el verdadero motor de la economía nacional- y diversos grupos yihadistas.