El flamenco ha regresado este año a los Grammy Latinos como categoría y el vencedor ha sido el guitarrista jerezano, Antonio Rey, premiado por su último disco, Flamenco sin fronteras, grabado en San Francisco. Un reconocimiento que él atribuye a toda su trayectoria y que, sin duda, le va a otorgar nuevas alas para seguir alzando el vuelo artístico de la mano de su guitarra, a la que llama Justiciera.
De todos los nominados, eras el único tocaor y has salido vencedor. ¿Pensaste que la guitarra no tenía opción de ganarle a la voz?
–Lo veía difícil porque los otros cuatro compañeros son unos grandes artistas. Al final llega a ser una lotería, porque no había nada cierto ahí. Los concursos son concursos, y los Grammy no dejan de ser un concurso, pero es verdad que no esperaba ganarlo con la guitarra.
Tú dices que eres un tocaor que canta a través de la guitarra.
–Trato de cantar melodías que la gente pueda entender y que no sea solamente alarde virtuosistas, sino que te haga conmoverte y sentir cosas. Pero, claro, con una guitarra no tengo letras. Las letras te las tienes que imaginar tú, yo trato de ponerte los paisajes.
Has logrado el Grammy al Mejor álbum flamenco, por Flamenco sin fronteras, pero ¿qué mensaje es el que está presente en la obra?
–Todos los temas tienen un mensaje, por eso un disco de guitarra no se compone en un mes o dos, ni en un año, se compone a raíz de las cosas que te pasan, cuando estás viajando, por ejemplo. Me ocurrió en Japón, donde estaba esperando un vuelo y agarro la guitarra me sale un fragmento y lo grabo con el móvil. Después estoy en un camerino de un teatro en México e igual. Voy armando un puzzle, y son cosas que te van pasando. Para componer te tienen que pasar cosas, y vivir la vida, tener amores, desamores, ser padre, pasar alguna etapa difícil o buena. Todo eso lo trasladas a tu música, que es el idioma más universal del mundo.
¿Cómo interpretas haber recibido este galardón?.
–Es un reconocimiento a tu carrera, no solo a este disco. A las horas que pasas encerrado en un cuarto trabajando. Los otros discos para mí son iguales, no son mejores ni peores, a todos les pongo todo mi amor y todas las horas del mundo. Que se lo hayan dado a éste es porque se ha juntado el momento, las colaboraciones, este equipo nuevo en San Francisco, y ha resultado ganador. Pero es un reconocimiento a toda una carrera, y te sirve para decirte sigue por ese camino que vas bien, porque merece la pena el esfuerzo realizado. Es mucho esfuerzo dedicarte a la guitarra, componer, subirte al escenario delante de dos mil personas y convencer a todo el mundo con una guitarra en la mano, y además con un arte que no es visual, no hay nadie bailando, ni cantando, no hay gestos... Yo estoy ahí sentado y tampoco es que sea muy guapo como para venderme. La protagonista es la guitarra.
Tu madre Mara falleció joven y terminaste en México junto a tu padre Toni, ¿cómo te ha influido en tu carrera?
–Mi madre era bailaora, se fue muy joven, y mi padre es guitarrista y cantaor, y es el que me ha enseñado y con el que he recorrido medio mundo. Mi padre es un jerezano más con un sueño de ser artista que ha pasado muchos años en México, en Japón, y gracias a él toco la guitarra. Él estaba en México, en los tablaos, y me fui con él siendo muy pequeño. El hijo quería ser lo mismo que el padre, y cuando me vine a dar cuenta ya me había atrapado la música, la guitarra y el flamenco en este caso. Él fue quien me inculcó al maestro Paco, al maestro Manolo. Él tenía el sueño de que yo tocara y aprendiera a leer partituras, y ahí estamos, y el hombre está muy contento de que haya llegado hasta aquí. Se viene conmigo, me acompaña en los conciertos, y es una gran persona. Es vivir su sueño en su hijo.
Naciste en Madrid por cosas de la vida, pero te criaste en San José Obrero...
–Es que mi padre es de Jerez, y mi madre era de Sevilla. Estaban en Torres Bermejas en un tablao muy conocido, y nací allí, pero mis padres eran andaluces. Y en mi DNI pone Madrid, pero yo a los dos años ya estaba aquí, y mi padre es de aquí, y mi gente es de Jerez. Yo soy de Jerez.
Cuentas que aprendiste a tocar la guitarra en México, ¿cómo ha influido en tu formación musical ese mejunje de culturas y países por los que has pasado?
–Tengo la música mejicana como referencia; los boleros, que me encantan, Armando Manzanero, Luis Miguel, que es uno de mis héroes, y creo que todo eso tiene algo que ver. Después estuve un año en Japón, doce en Madrid, en muchas partes y conociendo a artistas de aquí de allí, escuchando todo tipo de música, y creo que eso influye. No tengo el toque jerezano por bandera, tengo un toque peculiar, a partir de una coctelera con todo lo que he escuchado y que me gusta, pero la música no es de ninguna parte.
Cuando tocas fuera de Jerez, ¿qué te dicen? ¿Te dicen, éste es de Jerez?
–No. La guitarra en Jerez ha sido de acompañar tocaores, no ha habido concertistas. Ha habido guitarristas increíbles, por ejemplo Gerardo Núñez que sí ha sido más concertista, pero siempre se han basado en acompañar. La guitarra de Jerez se ha caracterizado por el soniquete, por el ritmo, por la flamencura, que a mí me encanta, y tengo de ahí, pero siempre he ido buscando algo más personal dentro de mí.
¿Te sientes cómodo con colaboraciones de artistas que no se dedican al flamenco, como Pablo Alborán o El Barrio?
–Sí, me encanta. Cuando tienen algo que contar y creen en lo que hacen, las mezclas me parecen muy bonitas, porque al final la música es un sentimiento y es la madre de todo género.
Cuando a un jerezano se le da el Grammy Latino y no aparece en las grande televisiones nacionales, ¿cómo te sientes?
–Indignado. Porque no hay un premio más grande para un músico que un Grammy. De alguna manera estás llevando ahí a tu país. Por respeto a la música, no al que ha ganado, al género, que lo digan. Creo que es una falta de respeto.
¿Se valora mejor al flamenco fuera que dentro de España?
–Totalmente. El 90% de nuestro trabajo está fuera de nuestro país. Ya cuando has triunfado fuera entonces te reconocen aquí. Falta mucha cultura en nuestro país. Aquí lo que se consume es música para divertimento, para bailar. Pero no se consume Mozart, Beethoven, Camarón, Enrique Morente... eso no vende. Vas a Japón o Estados Unidos y está lleno de flamenco de verdad. Cuando toco en el extranjero, lo viven, lo respetan, y dices qué alegría.
Que te den un Grammy puede ser lo más, ¿pero cuáles son los sueños que te quedan por delante?
–Tocar bien. Convencerte y gustarte a ti mismo es lo más complicado. Hay que ser realista y tener los pies en la tierra. Si miro hacia atrás se podría pensar que para qué necesito estudiar más. Pero qué va. Al otro día del Grammy lo primero que hice fue ponerme a tocar la guitarra para intentar convencerme a mí mismo si era merecedor de ese premio. Soy un psicópata en ese sentido. Ahora el listón está más alto. Tuve un concierto en Sevilla una semana después y ya sentías en la espalda la presión para dar más la cara, pero esa es la lucha diaria de cada músico, convencerte de que has nacido para esto.