Recibió en la Gala del Deporte el Premio a "La Leyenda"
Dos medallas de plata en dos paraolimpiadas, Grecia y China, más de diez títulos nacionales, veintiún andaluces. Chema Rodríguez , 38 años de edad, paralítico cerebral y una leyenda del deporte de Jerez. Comenzó con la boccia, ese deporte para discapacitados que de alguna manera se asemeja a la petanca, con 17 años por una de esas circunstancias que se dan en la vida.
Una vida que ha sido una lucha constante, de él y sus padres, desde que nació. Una vida marcada por la lucha y por el éxito, el éxito deportivo y el éxito personal de unos padres y un hijo que se entienden con solo mirarse. Un éxito que Jerez ha reconocido con una calle propia y con ese premio a la Leyenda, que recibió en la III Gala del Deporte. En su colegio, que así es como él y sus padres llaman al Centro de Upace, se iba a poner en marcha esa práctica deportiva para los discapacitados cerebrales. Pepe Caro se lo comunicó a José Rodríguez, el padre de Chema, y ahí empezó todo. Se trataba de probar y probó Chema y acertó. Primero de la mano de Manolo Vázquez, que estuvo dos o tres años con él hasta que temas personales y laborales le apartaron y entonces fue su padre el que se encargó de ser su acompañante.
Pero, antes, el seleccionador nacional de boccia lo vio en un campeonato en Bahía Sur y se lo llevó al combinado nacional.
Y empezaron los éxitos, yendo siempre poco a poco. Sin prisas pero sin pausas. De la Liga Andaluza al nacional. Y de España a Nueva York, donde el equipo fue tercero y la Copa del Mundo que el equipo español ganó con Chema. Desde entonces no lo ha vuelto a hacer.
Lo que no hace la boccia o los juegos paraolímpicos es dar dinero. Dos mil euros fue el premio por ganar la plata en Pekín y jugar en un cualquier torneo puede salir por mil euros. Los padres buscando dinero, aunque hubo algún apoyo puntual por parte de DKV por unos años y ahora el Ayuntamiento también ha colaborado buscando patrocinadores para que Chema pudiese desplazarse a Valladolid.
Una lucha constante de un hijo y un padre, ya jubilado y que, en un momento determinado, tomó la decisión de dar un paso al lado en su profesión y dedicarse por entero a su hijo, un hijo que le ha dado a sus padres muchas alegrías y que tiene en la boccia su mundo y aparte. Entrena en el Veguita y espera que aquellos problemas que se derivaron después de la participación en Inglaterra, por decir la verdad, se queden en el baúl de los recuerdos y retorne nuevamente a una selección que sin él no es la misma. Mientras tanto Chema no se pone límites para seguir jugando “porque hay gente de todas las edades, aunque ahora los nuevos dirigentes han metido también a discapacitados físicos con cerebrales y ya no es lo mismo”. Pero ajeno a esa polémica Chema podría seguir jugando “cuarentas años más”. Lo del padre ya es distinto porque “estaré con él hasta que mi cuerpo aguante” . De momento ya jubilado, con una pequeña pensión después de muchos años de trabajo, José quiere estar con Chema hasta que no pueda más. Su vida y la de su mujer es Chema, un Chema que escribió una carta de agradecimiento, que su padre leyó en el escenario del Villamarta, para agradecer ese premio de leyenda del deporte, más que merecido.