Álvaro de Luna (Sevilla, 1994) y Nil Moliner (San Feliu de Llobregat, Barcelona, 1992) son en la actualidad dos de los artistas más emergentes del pop joven español. Autores de temas que se han convertido en
verdaderos himnos que conectan con el gran público, como ocurre con Libertad de Moliner o
Levantaremos al sol del ex componente de Sinsinati, los dos demostraron la otra noche en Tío Pepe Festival que
la juventud viene pisando fuerte y para quedarse con un directo que hace vibrar incluso a varias generaciones. Y es que la primera vez de estos artistas en Jerez coincidió en muchos casos
con el primer contacto con la música en directo para muchos pequeños, que se unieron a sus padres y a los fans en las Bodegas Las Copas para cantar y bailar las letras de sus ídolos. Quizás los primeros de su infancia. Los que les inculcarán la importancia de apostar por la industria musical y por los espectáculos en vivo.
Fue Álvaro de Luna quien rompió el hielo con una entrada vibrante con
Nos quedará, Cuando éramos dos y Mi lugar. Casi desde el principio lo hizo al unísono con sus seguidoras. “Que viva Jerez, que viva la madre que os parió”, les decía eufórico y con ganas de “perderse en Marte” antes de recordar sus “primeros viajes a Madrid”, una etapa en la que se inspiró
Gitana en Madrid.
De nuevo era difícil quedarse en los asientos y con
Bailemos un vals, todos se venían arriba. Llegaba un pequeño paréntesis. Un recuerdo a Pau Donés con la interpretación de
La Flaca, antes de cerrar la noche con sus hits más aclamados:
Levantaremos al sol, que da nombre a su primer disco en solitario,
Solo quédate esta noche y, por supuesto, su
Juramente eterno de sal. Con él echó el telón a un concierto cargado de energía y en el que llegó a bajarse del escenario para acercarse a sus fans, que no podían creerse este momento. Todos le querían tocar. Pero aún había más sorpresas, su despedida no era definitiva.
Unos segundos bastaron desde que subiera a las tablas para que
Nil Moliner montara una verdadera fiesta en el Tío Pepe Festival
con una energía tan arrolladora como contagiosa que tocaba a toda su banda. Unos músicos que, como Moliner, además de darlo todo en el trombón, la trompeta, la guitarra y el bajo,
conectan con el público con unas divertidas coreografías en las que están perfectamente compenetrados.
El resultado es
un viaje a la desconexión y al buen rollo con letras para
Despertar y escapar de la rutina.
Idiotas y
Mi religión, otro imprescindible con un baile final muy celebrado precedían a todo un lujo que muchas no se podían creer. Nil Moliner llamaba a su “hermano” Álvaro de Luna para interpretar juntos
Soldadito de Hierro, protagonizando uno de los momentos más mágicos de la noche. Pero nadie quería irse. Yo
“¡Me quedo!”, decía para dar paso a su éxito, al que le siguió otra de sus canciones que más han sonado y siguen sonando:
Libertad.
“Gracias por apostar por la música en directo. Sois nuestro concierto, soy tu fan número 1 porque vosotros sois mi espectáculo”. Así se despedía con su público y sus nuevos seguidores un agradecido Nil Moliner, que confesaba tener muchas ganas de “perreo”. Y la noche siguió con
Bailando y
Pólvora tras una sesión doble que demostró en vivo la buena salud del pop más joven del país.