Jaén es, desde hace siglos, a las comunicaciones por tierra, principalmente, también por aire y mar, claro, lo que el aceite al agua
Aparte de las razones históricas por las que Jaén se convirtió en el siglo XIX en final de trayecto en el ferrocarril, decisión que lleva arrastrando y sufriendo la capital doscientos años, es curioso cómo una provincia con la situación geográfica estratégica que tiene haya sido capaz de provocar los desvíos de las principales vías de comunicación sin apenas decir esta boca es mía. Somos a las comunicaciones lo que el aceite al agua. Andalucía sigue viajando al Levante español por La Mancha, por Motilla del Palancar. Cuesta entender los trazados del ferrocarril y que el viajero tenga que dar un rodeo de 100 kilómetros para viajar al sur. ¿Tienen algo esta tierra, algún problema para la ingeniería ferroviaria, que mantenga en pleno siglo XXI a la provincia de Jaén aislada del resto de España? Ahora el POTAU vuelve a hablar de la conexión por tren entre Granada y Jaén, más de una década después de que se anunciara por primera vez. Sin embargo, desde hace años, no es mucho lo que piden los jienenses. Ni siquiera Alta Velocidad (menudo eufemismos si tenemos en cuenta los años que llevan las obras). Jaén se conforma con unas vías que permitan viajar al tren a más de 70 kilómetros por hora en la provincia, para así ganar casi una hora en llegar a Madrid o media en alcanzar Córdoba y sus trenes rápidos. Bueno eso, y un tren a Granada, una autovía a Albacete, otra a Córdoba, un tranvía que circule, un Museo Ibero, una Ciudad Sanitaria, de la Justicia...