En un partido para el olvido, el portugués Duda revoluciona los últimos minutos con su calidad a balón parado, que termina propiciando el remate a gol del central francés
Sevilla y Deportivo disputaban una final extranjera en el Carranza, cuyo equipo local había jugado ya su partido por la tarde. Conocedores de la categoría del trofeo, ambos equipos salían dispuestos a entregarse a tope para llevarlo a sus vitrinas. De entrada, algunos cambios respecto a las semifinales, pero dos onces titulares de garantías comenzaban a enfrentarse sobre el maltrecho césped gaditano.
Pero, pese a sus ganas, la falta de ritmo se notaba en los 22 protagonistas de la noche. Los errores al controlar y al pasar balones fáciles eran la nota predominante en el primer cuarto de un choque de Primera División. En las filas gallegas, la movilidad y los intercambios de banda entre Guardado y Lafita no ponían en aprietos a la experta zaga sevillana comandada por el francés Escudé. Así, las acciones de peligro no llegaban y las jugadas de ataque morían en los pies de los defensas.
Adriano probaría a Aranzubia a los veinte minutos. El versátil futbolista del Sevilla comenzaba jugando como lateral izquierdo, pero su calidad en ataque y su descaro a la hora de subir siempre es un empuje de ánimo a sus compañeros. Minutos más tarde, de nuevo el brasileño se iba al ataque. Dejando atrás con facilidad al mexicano Guardado, Adriano le hacía un caño al eterno Manuel Pablo y disparaba al cuerpo de Aranzubia, cuyo despeje caía a los pies de un Alfaro que disparaba muy centrado y pedía penalti en el rechace de la defensa blanquiazul.
Un lanzamiento lejano de José Carlos salía ligeramente desviado. Los andaluces dominaban, pero sin definición y a arreones, sin continuidad. Espejismos de juego en el desierto del mal fútbol. Y, por si fuera poco, comenzaba a arreciar el levante.
cambios en la segunda mitad
Al poco de comenzar la segunda mitad, Lotina daba entrada a Mista y Jiménez respondía introduciendo en el terreno de juego a Diego Capel y Kanouté. Más pólvora en ambos conjuntos para buscar el gol y hacerse con el título. Kanouté es garantía de peligro, sin embargo, el sevillano es un especialista en correr mirando al suelo y desesperar a sus compañeros de equipo.
La entrada de Valerón arrancaba aplausos de un público deseoso de ver por fin algo de fútbol. Cada balón que tocaba el canario hacía ver que es el mejor jugador del Deportivo, pero ni sus acciones sacaban del tedio a la grada, más pendiente de los tambores de la batucada de Preferencia y del olor a pinchitos que traía el Levante que de un partido malo de solemnidad.
Un gran pase, como no de Valerón, dejaba solo a Mista ante Javi Varas, pero el ariete disparaba fuera tras regatear al portero. Había sido la mejor ocasión del partido y corría ya el minuto 73. Uno más tarde, Capel tenía la réplica al encarar en soledad a Aranzubia, que no tendría que esforzarse demasiado para desviar el balón del sevillano, cuyo mal control le había hecho llegar trastabillado al remate final.
A falta de diez minutos, Jiménez daba entrada a Duda, que aparentemente no cuenta para él, pero que ya había dado un pase de gol en la semifinal. Y ayer, más de lo mismo. Dos balones parados, dos jugadas de peligro. El portugués centra y el remate de Kanouté es desviado a córner. A la salida del mismo, un nuevo balón templado de Duda es rematado a gol por Escudé. El tercer centro del portugués también crearía mucho peligro, no se entiende que un jugador de su clase sea cuestionado.
Tuvo el Deportivo el empate en sus manos, pero el remate de Mista se iría alto por poco. Tras ello, Turienzo Álvarez decretaría el final de un Trofeo Carranza que no pasará a la historia por el juego que dejó para los aficionados y que coloca al Sevilla con seis triunfos en finales, igualando al Real Madrid en el palmarés del Trofeo de los Trofeos.