Cualquiera diría que a falta de procesiones de Semanas Santa, nuestros políticos nos quieren distraer con idas y venidas en forma de trasvases de recursos humanos. Algo, que en función del interés, denominan “transfugismo” o responsabilidad.
Permítanme que hoy comience con una anécdota personal. Permítanme que me remonte al momento en el que, junto a otros concejales, denunciamos al comité del partido al cual representaba (el Partido Popular) unos derroteros que no considerábamos los adecuados.
Ya saben cómo acabó aquello y si no, se lo recuerdo: dos compañeros míos y yo presentamos nuestra dimisión como concejales y el actual alcalde fue elegido como candidato.
Algunos entenderán que, visto el resultado electoral, nos equivocamos, pero a estos yo les pregunto: ¿justifica el resultado la postura que uno ha de adoptar?
Cierto es que su resultado en urnas no superó el que alcanzó Candón en la convocatoria anterior, pero nadie contó con VOX ¡Perdonen que me desvío del tema! Nuestra renuncia al acta de concejal era una consecuencia lógica.
Sin el apoyo del Comité, que ejecutó a la perfección la estrategia del cierre de filas, permanecer representando a un partido que “consentía” lo que sabíamos era lo que coloquialmente se llama un “contradiós”, no tenía sentido... al menos para nosotros. El caso es que un compañero de comité me espetó que esperaba que “nuestra maniobra” no fuera una marcha atrás para impulsarnos hacia otra opción política, ya saben: VOX empezaba a ser una amenaza bastante real en el panorama político.
Y sí, era una maniobra, pero una maniobra para mantenernos fieles a nuestros principios. Puede que eso fuera lo que le despistó... ya se sabe, últimamente los principios parecen reñidos con la política, al menos los que se mantienen sobre intereses personales... los otros, los otros son otro cantar.
