El jueves 26 de julio comenzaron las jornadas de par en par al Castillo de Santa Catalina, una fortaleza que data del siglo XVI y a la que da nombre una ermita que existía en la zona, y que se alargarán hasta el 6 de septiembre, siendo una de las actividades que ha puesto en marcha este verano el área de Patrimonio Histórico.
La actividad está teniendo gran éxito de asistencia, así como es gratificante para el interesado que existan autobuses que den facilidades a aquellas personas que no tienen medio de transporte privado.
A pesar de que, como indican los técnicos del área, ha tenido distintos usos a lo largo de su historia, estas jornadas se basan en los 31 meses de ocupación francesa que sufrió El Puerto, de enero de 1.810 a septiembre de 1.812. Por ello indican que esta fortaleza se constituye por una cortina de muralla y dos salientes, con dos semibaluartes con troneras donde iban los cañones y la artillería. Aseguran que tenía dos frentes, uno por tierra y otro por marm con un foso, por lo tanto se accedía por los dos espacios, teniendo una ubicación estratégica, junto a San Felipe, porque es el lugar por el que entraban los barcos a la Bahía de Cádiz.
Por tanto, en el tiempo citado “cumplió una labor defensiva”. Sobre el terreno queda parte de la muralla, la que se contempla desde la playa a la que da nombre, un semiarco, parte de una de las garitas desde donde se vigilaban los flancos de tierra y mar, la pintura de uno de los muros interiores e impactos de distinto calibre y diferente época histórica. Además, queda el algive de la casa del regidor, con dos entradas, y una plataforma con rampa.
Curiosidad
Indican los técnicos que éste fue uno de los primeros edificios que el mariscal Víctor ocupó a su llegada a España, por su conocida y estratégica ubicación. Por tanto, las tropas aliadas, el ejército español y británico, decidieron destruir la fortaleza para que no pudiera ser utilizada. Pero en cambio hubo una confrontación de última hora, porque al final los españoles, que anteriormente habían sido enemigos de los birtánicos, pensaron que podía ser una trategia de estos últimos. Así, mientras los españoles intentan el desmontaje de la artillería y otros elementos, los británicos deciden bombardear.
Pero el 5 de febrero de 1.810 el ejército francés vuelve a reconstruir este espacio, por la necesidad de mantenerlo en pie.
Tras el periodo de dos años desde 1.810 a 1.812 en que la fortaleza es reñida entre unos y otros, pero cuando en agosto de 1.812 los franceses presentan su retirada El Puerto recupera el edificio, pero por temor a una vuelta francesa a estas tierras, derriban la fortaleza. Años después de este episodio histórico se hizo complicada su conservación, sobre todo por los distintos envites que había sufrido el edificio a lo largo de esos años.
Con todo, el edificio ha sido proclamado BIC (Bien de Interés Cultural) así como es un inmueble catalogado por su importancia en la etapa del Bicentenario, por ser una baluarte de la línea de asedio.
El área de Patrimonio Histórico pretende con estas jornadas mostrar parte de un espacio tan conocido por los portuenses pero del que pocos conocen la historia, pues forma parte de un paisaje muy habitual, como es la playa de La Muralla, donde además han jugado muchos niños, que han recorrido el interior de los restos del recinto amurallado en su infancia, y que sigue siendo una práctica muy conocida. Por otro lado, un objetivo es que los habitantes de esta ciudad conozcan un hecho histórico acaecido en El Puerto como es el hecho de que las tropas francesas que castigaron a la provincia y la Bahía durante unos años y que provocaron el gesto de libertad que fue el origen de la Constitución de 1.812, se instalaron en la ciudad, siendo por tanto una de las localidades más afectadas, pues sus habitantes tuvieron que soportar no sólo la presencia del ejército francés y todos sus altos cargos en la zona, sino además los altos impuestos que se tuvieron que pagar.
Sin duda, los distintos grupos que ya han pasado por estas ruinas históricas, por regla general, salen con buen sabor de boca, ya que muestran una parte de la historia más bien desconocida, y además ayuda a comprender el por qué de algunos hechos así como el estado actual de este inmueble, que en su tiempo fuera un importante baluarte de la vigilancia y un punto estratégico, como lo fueron San Felipe, las murallas de San Carlos o los castillos de Santa Catalina (en Cádiz) o San Sebastián, pero que en cambio son espacios que sí se pueden visitar porque quedaron en pie, corriendo mayor suerte. Por ello agradecen la iniciativa del área de Patrimonio Histórico, y confían en que, en ediciones venideras, se puedan dar a conocer otros lugares de la ciudad que tienen igual importancia pero que tampoco se conocen, porque no aparecen en los libros de la historia porque fueron lugares secundarios.