Esta columna, aunque está disponible para todos los lectores, sea cual sea su forma de pensar, de sentir o de amar, va dirigida especialmente a un tipo particular de personas, esas que viven con unas anteojeras muy particulares que les hacen ver el mundo como un pasillo estrecho, tan angosto como su cerebro, tan reducido como su empatía.
Estas letras son para ti si eres de los que han puesto los ojos en blanco al ver un beso entre dos mujeres en la última película de Pixar, de los que se han escandalizado por ver con toda la suciedad de tu mente lo que no es más que una muestra de cariño y de amor. Sí, es tu mente la que ensucia la imagen; es tu forma de pensar la que mancha, la que apesta, la que huele mal, la rancia, la realmente peligrosa para tus hijos.
Eres tan cortito de entendederas que piensas que el hecho de que un niño vea un beso entre dos personas del mismo sexo lo va a convertir en homosexual, como si eso fuera una especie de enfermedad que se contagia por la vista. Si así fuera, no habría homosexuales en el mundo, pues, hasta hace bien poco, sólo podían verse besos entre personas del mismo sexo, ¿no te parece? ¿O es que la homosexualidad se contagia y la heterosexualidad no?
Eres de esos que hablan de personas con lgtbi, como si esas siglas fueran las de un virus, una bacteria, un mal resfriado, un mal que necesita curación. Tan homófobo que ese beso te escandaliza, pero no ver un fratricidio en El Rey León, una cría borracha en Dumbo, que consideras normal que una madrastra deje a Hansel y Gretel en medio del bosque o un intento reiterado de asesinato en Blancanieves.
Procura que una Biblia no caiga en manos de tus hijos. Caín no sería una buena influencia, sobre todo si tienes más de uno, ni creo que la historia de Abraham, intentando inmolar a su propio vástago porque se lo dice una voz de su cabeza, les ayude en el futuro a la hora de crear una familia. Así que, homófobo de las narices, piensa que el peligroso para tus hijos eres tú, tu forma de no pensar, tu forma de no amar, tu forma de no empatizar.
Ya que te pones, que no lean a Mateo cuando dice “... se levantarán hijos contra padres y los matarán…”. Pon un pestillo en tu cuarto. Es Palabra de Dios.