De entre todas las figuras que siempre han andado cerca del poder, una de las que más me llama la atención es la del bufón. Su cometido era el de alegrar las fiestas y entretener al rey y a su séquito. De hecho, era la única persona que tenía permitido burlarse del poder a escasos metros de sus rostros sin sufrir las consecuencias de ello.
Hoy no existe esa figura como tal, pero algunos políticos parecen decididos a ponerse sus ropas y deleitarnos con chanzas y chistes a diario, alegrando nuestros desayunos con sus alegres ocurrencias. Pablo Casado es el máximo exponente de ello. No hay día que sus declaraciones, más cercanas al realismo mágico del que vive en un universo paralelo, llenen titulares de los medios palmeros y los hilos de las redes sociales.
Ha llenado España de cunas: CyL es la de la Hispanidad, Santiago la de la civilización occidental. Auguro que para las próximas elecciones generales, Casado va a convertir el Estado en una enorme maternidad, en la que cada rincón será la cuna de algo. Porque de cuneros ya la ha llenado.
Su campaña para estas elecciones autonómicas en CyL ha pasado por atacar a Sánchez, al presidente de Méjico, a los socios de gobierno, a expresidentes, y a todo lo que se le ha puesto por delante. Sea quien sea quien le prepara los discursos, parece que es su peor enemigo o le debe dinero. Ha acusado al gobierno de demonizar el vino y el azúcar. Sería capaz de cantar las bondades de echarle tuercas a la ensalada si a alguien del gobierno se le ocurre la idea de decir que comer metal es nocivo para la salud.
El líder del griterio, más que de la oposición, ha llegado al sumun del surrealismo afirmando que quiere que la gente les vote en CyL “para gobernar en solitario, para que no haya impuestos, no haya pactos con Bildu, no mande Esquerra o Podemos”. Hombre, de entre tanta chanza ha escapado algo de sus labios que se va a cumplir, básicamente porque ni Bildu ni Esquerra se presentan en CyL. De paso, podría prometer no gobernar con la CDU, la LREM o los laboristas. También habría que recordarle que los servicios públicos no se pagan con billetes del Monopoly.
Sr. Casado, el bufón estaba cercano al poder, pero jamás ninguno llegó a alcanzarlo.