Un largo camino les queda por delante a los peregrinos que quieren disfrutar de la mirada de la Virgen del Rocío en este Pentecostés. Un largo camino para el que se vienen preparando todo el año y que en cada celebración es diferente. Con el corazón, el sentimiento y la cabeza puesta en una romería que arrancaba este martes, la hermandad del Rocío de Cádiz rezaba a las siete y media de la mañana el Rosario antes de partir para las marismas de Almonte, para dar paso media hora después a la misa oficiada por Alfonso Gutiérrez Estudillo.
El párroco de San José, acompañó al Simpecado por las calles de la capital gaditana y a finales de semana viajará con destino a Almonte para participar en los actos de este Rocío 2019. En su homilía comparó a la Virgen Pastora con “ese pocito que siempre está manando, que nos ofrece al Divino Pastorcito” continuamente para sanar nuestra alma y tenerlo como referente de “vida, como la que debe tener un discípulo que vive la fe en Cristo”, aseguraba Alfonso Gutiérrez.
Con el mandamiento por excelencia: Amaos los unos a los otros como yo os he amado, el párroco de San José animaba a los romeros a renovar su corazón porque “nunca es tarde para decirle quiero ser un buen rociero que vive a través del amor de su Hijo”. Preciosas palabras que mantuvieron el silencio y el recogimiento de una ceremonia que, como siempre, estuvo acompañada por los cánticos de los rocieros. La iglesia estaba a rebosar y radiante, con espíritu mariano, y mucha emoción a flor de piel.
Entre las peticiones para arrancar el camino hubo ruegos por este nuevo Pentecostés, para que el Espíritu Santo ilumine a los peregrinos, por los integrantes de la hermandad, por la paz, por el cese del terrorismo y por el amor entre los hermanos... Así como estuvieron en el recuerdo todos los rocieros que marcharon por senderos azules.
El hermano mayor del Rocío, Manuel García Perales, manifestaba “la misma ilusión y la misma ganas que todos estos años. Eso no cambia”, aunque había “dormido poquito” teniendo en cuenta que en horas arrancaban hacia el camino. Acompañando al Simpecado de la Hermandad gaditana van 120 personas, a los que se unen los que vienen por carretera, que suman al final unas 500 personas. La carreta del Simpecado, que iba decorada con Liliums y Solidagos, se monta gracias a los donativos de los hermanos. Confiaba en que las condiciones meteorológicas les hagan el camino más fácil, y con el cambio al poniente las temperaturas no sean excesivamente altas en esta romería que será su última cita como hermano mayor de la hermandad.
“Pentecostés siempre es nuevo y para los romeros también, aunque sean rituales conocidos y repetidos, las situaciones vitales son distintas y las romerías también. Cada romero llevará en su corazón qué le quiere agradecer o pedir a la Virgen”. Con estas palabras resumía el párroco ese sentimiento con el que arrancaba el camino de este año. Desde San José partieron por la avenida hacia el convento de Santo Domingo para realizar una ofrenda floral a la Patrona de Cádiz, la Virgen del Rosario.
Por el camino fueron acompañados por muchos escolares que les aplaudían y gritaban a la Blanca Paloma, así como numeroso público se unía a la parte trasera del Simpecado. Cabe recordar que hace algunos años que ya no se entrega ofrenda floral desde el Consistorio al Simpecado, de ahí que la comitiva partiera rumbo a la Cuesta de las Calesas para continuar por Acacias camino a Salesianos, donde se rezaba el Ángelus. De ahí tomaron camino hasta el Subsector de Tráfico situado a las afueras de la ciudad para cruzar el puente Carranza y partir hasta el Río San Pedro donde van a almorzar antes de salir hasta Sanlúcar de Barrameda para cruzar en Bajo de Guía hasta la playa de Malandar y adentrarse en el Coto. Un embarque previsto para las siete de la tarde.
Los gaditanos llevan como hermandad filial a Chiclana, que ya iniciaba el camino. Esta hermandad chiclanera está pendiente de ser filial de Almonte y Cádiz se ha encargado de amadrinarla. La hermandad de Cádiz llega a la aldea de El Rocío, según las estimaciones, el próximo viernes a las 15. 30 horas, y se presenta el sábado sobre las 19 horas a la Virgen del Rocío.
El Simpecado de la hermandad matriz de Almonte se coloca en las puertas del Santuario y van pasando las distintas hermandades que integran la romería. En la madrugada del domingo al lunes, cuando se salta la verja por parte de los almonteños, y comienza la procesión, la Virgen recorre cada una de las hermandades filiales, llegando ante la hermandad de Cádiz sobre las seis de la mañana.
Dispositivos de seguridad
Se prevé que el camino va a ser complicado, teniendo en cuenta que ha llovido muy poco y altas temperaturas. No obstante hay un operativo especial. Dentro del dispositivo por primera vez todas las filiales, más la hermandad matriz, que hacen peregrinación a la aldea cuentan con un desfibrilador semiautomático (DESA) para poder actuar en caso de emergencia cardíaca, de modo que la de 2019 será la primera romería cardioprotegida de la historia. Para ello, las hermandades han recibido la formación necesaria para su uso.
Vivencias
Este año se conmemora el centenario de la Coronación Canónica de la Virgen del Rocío, por lo que el sábado 8 de junio se abrirá la puerta santa de la Ermita y a partir de ahí comienza un año jubilar. Un hecho que atraerá no sólo a las hermandades sino a muchos devotos de la madre de Almonte.
Con la hermandad de Cádiz estaba la pregonera de este año, Vanesa Muñoz, que lo vivía de manera distinta y celebraba la jornada con mucha alegría. También pedía salud. Es el 31 Rocío que celebra, aunque no podrá hacerlo hasta el jueves. Recordó ese mensaje que transmitió en el Pregón a los hermanos y que “fue muy emocionante”, donde estuvo rodeada de la gente que quiere, “después de tantos años, como si fuéramos una gran familia. Fue muy emotivo”.
Entre los integrantes de la comitiva había rocieros muy jóvenes que apenas si rondaban los 20 años, que hacen el camino desde que “iba en el vientre de mi madre”. Todos piden salud para los demás y mucha fuerza.
También los hay que cumplirán su 56 camino, que “cada año lo celebras de una manera diferente”. Para su primer camino, con ocho años, se escapó del colegio porque como procedía de una familia rociera -todos sus familiares han sido hermanos mayores- y quería ir a ver a la Virgen del Rocío. Llegó a vivir en Barcelona y en los años 70, se bajaba en coche “me comía un bocadillo, tardaba ocho horas, pero yo tenía que estar para la misa de romeros. Ella me iluminó desde pequeño y aquí seguiré hasta que Ella quiera”.
Ha pedido salud, que “tengo 77 años y no tengo nada, ni colesterol ni nada, pero le pido que me siga manteniendo así, para que la pueda seguir acompañando”. Son muchos sentimientos, muchas vivencias, mucha Virgen del Rocío a la que, rememorando las palabras del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, “vamos a a confiarle nuestra vida y la de otros a la Blanca Paloma. Aquí, como Pueblo de Dios, sencillo y creyente, en la fiesta de Pentecostés, crece la alegría, la fraternidad, la solidaridad y Ella, la Blanca Paloma, recoge nuestra visita y nuestra oración de hijos y nos llena de esperanza; nos hace mirar a los más olvidados y descartados, para que hagamos lo que su Hijo hizo y quiere de nosotros: que siempre tengan un sitio todos los hombres en su casa que es nuestra tierra común, tierra que Dios creó para todos los hombres”.