Kiko Veneno cautivó al público de Sancti Petri la noche del pasado 25 de agosto. Kiko hizo un repaso generoso a su interminable repertorio en un concierto que tuvo una primera parte íntima, a dos guitarras españolas, acompañado del joven guitarrista José Torres y una segunda con la llamada Banda del Retumbe, en la que sobresalieron el veterano bajista Juan Ramón Caramés y la guitarra de Félix Roquero.
Roquero le dio toques “dylanianos”, a lo Scarlet Rivera, a varios temas clásicos con un violín eléctrico inconmensurable que entra a la perfección en el formato actual de la música de Kiko.
La primera parte, interpretada en medio de un silencio sepulcral del público chiclanero, propio de la mismísima maestranza sevillana, como advirtió el propio artista, sonó a la perfección. La guitarra de José Torres se funde con la de Kiko dándole un tono flamenco a temas como
Me siento en la cama, Lobo López, Veneno, Superhéroes de barrio o
Dice la Gente. Hasta el propio
Hace calor se versionó a dos guitarras con un resultado óptimo. Como hace su idolatrado Dylan, Kiko es raro que toque un tema dos veces de la misma forma, versionando siempre sus propios temas.
La parte eléctrica, como gustaban de decir los hermanos Pata Negra en sus míticos conciertos, fue apoteósica con un público de todas las edades, completamente entregado. Kiko fue desgranando sus éxitos uno a uno, basados especialmente en el disco É
chate un cantecito pero tirando de clásicos como
Los delincuentes, Memphis Blues Again, Lo que me importa eres tú, Gipsy Dave (de su último disco
), Coge la Guitarra o
Estaba lloviendo.
Kiko tuvo tiempo incluso de dedicarle un tema a su ídolo de juventud, PERET y a la rumba catalana con
La Rama. Y no faltó una versión del tema
Los tontos que ha devuelto al músico a niveles de popularidad impensables entre el sector más joven de la audiencia, gracias a su mano a mano con C. Tangana.
La atmosfera del espectacular e íntimo escenario del Hideaway subió con el tema que cerró el concierto: JOSELITO. Las tres botellas de coca cola llenas de vino de Chiclana sonaron a homenaje y fueron acompañadas de sonoros aplausos. Hubo dos bises tras varios minutos de generalizada euforia.
Los elegidos fueron el
Mercedes Blanco donde quizás se echara de menos aquel estilo que a esta canción daba la guitarra de Andrés Herrera El Pájaro y como no, como fin de fiesta aquel tema que escribió para Camarón y su mítica
Leyenda del tiempo, el ya clásico,
Volando voy.
Es difícil encontrar un caso como el de este músico catalán de nacimiento, y andaluz de corazón, que ya en 1977 grabara con los hermanos Amador y bajo la producción de Ricardo Pachón, la obra más salvaje, ácida, atonal y maravillosa del flamenco rock.
No se puede contar la historia de la música rock española sin referirse a su obra. Desde aquel
Seré mecánico por ti, plagado de temas geniales pero de producción fallida, hasta nuestros días, la obra de Kiko Veneno no tiene parangón. Atrás quedan los años del Pequeño Salvaje, con músicos excepcionales como Chano Domínguez, el Pájaro, Manuel Imán y una Martirio haciéndole coros; del segundo disco de Veneno con Raimundo, del éxito que lo consagró a nivel nacional (
Échate un cantecito), del
Está muy bien eso del cariño, de nuevo con Raimundo, del Punta Paloma, el Puro Veneno producido en directo por Carlos Narea, etc…
Es digno de elogio que un músico que lleva más de 45 años en la carretera, siga moviendo lo que mueve y sonando fresco, y sobre todo que las nuevas generaciones lo tengan como uno más de sus artistas.
Y
no le estoy “dando un dulce como a un niño, estoy hablando de respeto”.