Esos políticos separatistas que tanta guerra están dando, acertaron cuando dijeron que para que un pueblo se identifique como tal debe existir una inmersión lingüística sin paliativos, pero en lo tocante a la inmersión en su historia procuraron quitar y añadir todo aquello que beneficiase sus intereses.
Pues bien, eso parece estar ocurriendo con parte del pasado europeo. Es muy difícil mirar a la cara a un ciudadano y decirle que no importa donde se enterró al familiar o amigo que mataron en la guerra (aunque hay quien lo hace sin pestañear). Por ello, al apelar a los vínculos y emociones, los españoles nos hemos interesado rápidamente por saberlo, y ya de paso por conocer el contexto donde ocurrió.
El ciudadano necesita una memoria clara de su historia, de lo malo y lo bueno, de lo que afecta a su persona y a la comunidad.
Es una pena que algunos intenten impedir la inmersión en nuestra memoria histórica, pero también lo es que otros la centren en inútiles actuaciones gestuales y manipulen los datos históricos. Para que el ciudadano tenga memoria histórica no basta con informarle sobre lo que ocurrió en el pasado (sobre todo si es el más reciente), hay que educar su sentido crítico para que no caiga en reduccionismos tendenciosos, no se quede en lo anecdótico y no se crea las falacias.
Las interpretaciones históricas nunca son inocentes, por lo que si la memoria histórica es inconsistente nos arriesgaremos a perder la perspectiva social de lo acontecido, idealizaremos las actuaciones que condujeron a ello y a tomaremos decisiones irracionales en las que solo habrán influido nuestras vivencias y opiniones.
Por desgracia esto último ya está ocurriendo. El fascismo nació en Italia y los italianos también sufrieron una tremenda guerra, pero llevan a gala haber logrado su democrática tras una revisión crítica de su pasado reciente. Pero ciertos acontecimientos acaban de poner en duda esto último, pues o el pueblo italiano pretende repetir sus errores del pasado o su memoria histórica sufre de Alzheimer.
Los italianos viven con disgusto una avalancha migratoria que le genera vivencias y opiniones muy negativas. En base a ellas muchos han votado a políticos extremistas que prometieron erradicar el problema cerrando las fronteras a los emigrantes y persiguiendo a los que ya entraron.
Ya han ordenado a su marina que no auxilie a los que están en el mar y ahora incluso proponen hacer listas étnicas comenzando por los gitanos. ¿A que les recuerda esto? Las situaciones complejas disparan las emociones y nos hace olvidar las consecuencias de lo que ocurrió en nuestro entorno no hace tanto tiempo.
Por muy dura que sea la situación por la que pase nuestra sociedad, no podemos colaborar para que toda ella reincida en viejos y trágicos errores. Deberíamos conocer sus consecuencias y tener claro cómo se llegó a cometerlos.