Solamente con ojear el título del libro, ‘Asalto de piratas berberiscos al litoral de La Janda’, el interés para el lector se presta aun más para adentrarse en un mar de páginas donde nos acerca, entre líneas e imágenes, a conocer un poco más la historia del litoral de La Janda. Antonio Aragón Fernández,historiador y actual director de la Casa de la Cultura de Barbate, nos habla de su primer libro en esta entrevista, el cual se presentó ayer en un marco incomparable como es la actual ’antigua’ Lonja Vieja barbateña.
—¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
—Estaba realizando un estudio sobre las torres de almenara, esas que como la del Tajo o la de Roche se hallan en todo nuestro litoral, y descubrí una de esas cosas que tienes delante de las narices pero nunca acabas de ver: las torres no eran el centro de la verdadera historia, simplemente eran una consecuencia. La verdadera historia radicaba, como en todas las historias, en las causas que habían impulsado su construcción. Si las torres se habían levantado para defenderse de un enemigo, entonces era el enemigo el que había puesto la primera piedra. Me tenía entonces que centrar en los berberiscos, en ellos estaba la primera causa.
—¿Quién o quiénes te han ayudado a publicarlo?
—Se lo propuse hace varios años a José Manuel Aragón, anterior concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barbate. Le gustó la idea y se la presentó a la Diputación Provincial de Cádiz, la cual accedió a respaldarla económicamente. Sin la ayuda de la Diputación no lo hubiese intentado. Un libro de 390 páginas y con la calidad de papel y fotos de éste no resulta precisamente fácil publicarlo.
—¿Quiénes eran los berberiscos y por qué se hicieron piratas?
—El término ‘berberisco’ suele designar a todo aquel que vivía en el norte de África en la época moderna -entre los siglos XV y XVIII- sin ser originario de la región. A la población que se extiende entre el sur de Marruecos y Libia se la ha conocido tradicionalmente por bereber o por magebrí. Pero el término "berberisco" no tiene sentido aislado del de pirata o corsario, pues es raro el autor que mediante este término designa a la población autóctona. Y esto es así porque la mayor parte de los piratas no era de origen africano, sino europeo o turco. Tenemos por tanto en la propia denominación el origen del problema de la piratería: un enfrentamiento entre dos imperios, el español y el turco, y una expulsión o emigración desde tierras europeas (principalmente católicas) hacia el norte de África. Se trata de gente desarraigada, expatriada, que no acaba de acomodarse al nuevo destino que se le impone por la fuerza de la ley o por la de las circunstancias. Muchas de estas personas, en un porcentaje que se nos escapa, se dedicó a la piratería sobre las tierras que tan ingratamente las había tratado. Fue un fenómeno que cobró fuerza a principios del siglo XVI, producto de las expulsiones hispanas de judíos y musulmanes, que se alimentó luego con la expulsión morisca de los años 1609 a 1614, y que ya no fenecerá hasta bien entrado el siglo XVIII.
—¿Qué buscaban en nuestra costa los berberiscos con esos asaltos? ¿Asaltaron otras costas?
—La piratería berberisca se extendió a todo el Mediterráneo cristiano. Se enmarcaba como he dicho dentro de la contienda que mantenía el imperio turco con el español y el resto de potencias cristianas. Obtenía su validez moral en este enfrentamiento religioso y bélico que se alargó durante tres siglos, un sucedáneo del tradicional enfrentamiento Oriente-Occidente que se viene repitiendo a lo largo de la historia.Los asaltos se producían sobre barcos cristianos y sobre las tierras ribereñas, principalmente españolas e italianas. Buscaban sobre todo hacer cautivos para exigir un rescate por ellos, o bien para su venta como esclavos en distintos mercados africanos. No hay que olvidar que era una época de economía esclavista
—¿Desde que puertos partió la actividad pirata que más nos incumbía?
—Ya Cervantes en La Ilustre Fregona menciona a Tetuán como la principal ciudad desde la que van a partir las principales acometidas sobre este litoral. Eso es así en la época en que el escritor sitúa su novela, a fines del siglo XVI o principios del XVII. Aunque para esas fechas, el mismo Cervantes habla en el Quijote y en otras obras de Argel como el principal puerto berberisco.Más tarde, ya en pleno siglo XVII, Salé será la ciudad de la que van a partir los principales corsarios, aunque sin olvidar que tanto Tetuán como Argel no cesaron en su empeño de enviar naves a nuestras costas.
—¿De qué manera afectó a la comarca la acción de los piratas berberiscos?
—Situada nuestra comarca en el Estrecho, aunque a veces los historiadores tiendan a olvidarlo, el Estrecho era una de las zonas, sino la que más, que ha sufrido en mayor grado el azote pirata. Lo es por evidentes razones geográficas, pero también porque durante determinada época del año se concentraba un número significativo de gente en la costa. Me refiero a las almadrabas, cuya fecha de actividad coincidía con la de los piratas, que prácticamente no actuaban en invierno.El azote pirata sobre nuestras costas fue tal, que los habitantes del litoral no pudieron vivir una vida tranquila y sin sobresaltos hasta el siglo XIX. De hecho, la razón de que Barbate no prosperara en su tiempo obedece en gran parte a este hecho, pues Barbate partía en mejores condiciones que cualquier lugar entre Tarifa y San Fernando. Tampoco Conil creció de forma natural y no digamos los distintos pagos rurales de la costa. Todo esto afectó naturalmente a Vejer, puesto que gran parte de su término estaba expuesto a las acometidas berberiscas. Con decir que había en Marraquech a fines del siglo XVI, según escribió Antonio Muñoz, toda una colonia de vejeriegos productos de los asaltos, sobran los argumentos.En fin, no se puede decir que sea la de los berberiscos la principal causa de despoblación o al menos desincentivación para los pobladores de nuestra comarca, pero, dado el número de asaltos y el constante peligro padecido, es uno de los factores disuasorios más importantes, sino el que más. Hay que tener en cuenta que, merced a la piratería berberisca, la costa española siguió siendo durante muchos años una frontera de guerra.
—¿De dónde has tomado los datos para hacer este trabajo?
—Sobre todo de otros trabajos publicados, pues no he pisado un archivo, la mayoría de esos trabajos no expresamente dedicados a la piratería berberisca. Para el ámbito local han sido imprescindibles los estudios de Isabel Álvarez de Toledo, Domingo Bohórquez, Hipólito Sancho, Antonio Morillo, Antonio Muñoz, Antonio Santos…, son muchos los textos de investigación consultados. El hecho de que le solicitase a Antonio Morillo el prólogo obedecía en parte a mi necesidad de asesoramiento por un gran estudioso de la historia comarcal, pero también por la obligación que sentía de reconocer a un pionero de esos estudios.Tengo que decir que este libro es también producto de las nuevas tecnologías, en el sentido de que sin la ayuda de Internet y la posibilidad que conlleva de conseguir acceso a muchos textos y libros descatalogados no habría podido llegar a profundizar demasiado. Y es que me es imposible escribir sobre una materia sabiendo que existe una publicación que aborda el tema y no la he consultado. Soy algo maniático a este respecto, por eso no descansé hasta conseguir ciertos trabajos de Hipólito Sancho, por ejemplo, trabajos que no se hallaban ni siquiera en su ciudad natal.
—¿Has escrito la última palabra sobre los berberiscos o crees que aún se puede saber mucho más?
—La investigación no ha hecho nada más que empezar. Ya he dicho que no he pisado un archivo, y en el ducal de la Fundación Medina Sidonia existen numerosos datos. Espero tener tiempo alguna vez para consultarlo, pero sobre todo deseo que otros investigadores se animen. Yo he intentado poner mi granito de arena. Eso sí, muy gustosamente, porque no hay nada tan divertido como escarbar en las raíces de la historia. Ojalá todas las gentes de nuestra comarca fueran conscientes de la intensa y rica historia que aquí atesoramos.