¿Merece la pena?

Publicado: 24/09/2023
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Votarán la inmensa mayoría lo que les manden sus amos del partido, incluso algunos se equivocarán de botón
Hoy, después de una semana de televisión y de radio, de periódicos y de dimes y diretes, he decidido ir al psicólogo de este santo manicomio. Como siempre, me recibió muy bien, y debe estar la cosa jodida, porque tenía el sofá medio gastado de tantos locos pacientes e impacientes. Del tirón me recosté y al momento sentí como si en la cabeza me bailaran los tornillos.

- Doctor, he pensado que no merece la pena.

- No merece la pena, ¿qué?

- Tantos aperreos, tantas discusiones entre nosotros, tantos disgustos, tantos berrinches y al final tantas enemistades.

- Pero ¿de qué me estás hablando, criatura?

- Pues de todo un poco. Le hablo de los pinganillos, de Puigdemont, de la amnistía, de los separatistas, de la independencia, del futuro, del pasado y del presente, de la maldita política.

- Y ¿qué problemas hay con todo eso?

- Pues que he pensado que no merece la pena que los ciudadanos lleguemos incluso a perder las amistades por culpa de estos temas.

- Bueno, pero cada uno tiene su opinión y, si hay que discutir, se discute. ¿No te parece? Para eso precisamente está la libertad, para que cada uno defienda sus ideas. Por cierto, tú sabrás que la libertad fue la bandera que más se izó en tu Cádiz tal día como ayer en 1810.

- Sí, doctor, pero ¿qué? Yo me he peleado con mi acompañante de celda, aunque después hemos hecho las paces, porque hemos visto que un abrazo no viene demás y porque no merece la pena pelearse para los cuatro días que nos quedan. Sus señorías, los diputados, van a seguir tomándose un café juntos, por cierto a la mitad de precio que nosotros, van a seguir aplaudiéndose a sí mismos sin parar y riendo porque quedan mejor en la foto, seguirán con sus menús baratitos a mitad de precio comparados con los comen los niños de muchos comedores de España, seguirán cobrando una pasta tan buena, que la dimisión no pasa por sus huecas cabezas, porque la democracia les importa a algunos un soberano pimiento. Votarán la inmensa mayoría lo que les manden sus amos del partido, incluso algunos se equivocarán de botón, cuando es lo único que tienen que hacer, otros darán la vida por seguir trepando para continuar viviendo de la política, porque si no, algunos estarían en el paro, otros preferirán mil veces seguir con sus privilegios…etc. Han llegado ahí sin unas tristes pruebas, muchos sin el Graduado Escolar. Y mientras tanto nosotros peleándonos.

- Bueno, hombre, eso no es ahora, ha sido siempre así. Además, eso pasa en todos los partidos.

- Sí, sí, doctor, no estoy hablando de ningún partido en concreto, sino de todos sin excepción. El tema es de todos. Pero los políticos están para solucionarnos los problemas, no para crearlos. Todos tenemos nuestros puntos de vista que podremos defender con el mayor interés posible, pero no nos volvamos locos, que ya lo estamos. Es verdad que han llegado al Congreso, unos porque treparon para subir en las listas, otros porque la política les solucionaba la vida al menos cuatro años, otros sin preparación, otros porque pasaban por allí, y es verdad que otros, la minoría, para intentar mejorar este país. Muchos, cuando han probado las mieles de la política, ya viven de ella, repiten y repiten legislaturas, y no hay quien los pueda mover de la butaca ni dándoles con lija en el culo.

- Bueno, pero reconocerás que Puigdemont es un papafrita.
- ¿Ya empezamos? A ver si cojo el sofá y se lo parto en la cabeza.

 

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