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Sevilla

Para no disfrutar, no vengas

Una campaña denuncia la imposibilidad que tienen las personas con movilidad reducida para disfrutar del centro de Sevilla

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  • Calle Baños -

Con cuatro ojos, esquivando papeleras o farolas y salteando coches para llegar a comprar a la Plaza del Duque o ver el famoso ‘mapping’ del Ayuntamiento. Así viven diariamente las personas con movilidad reducida que residen en el centro; los que habitan en otros barrios, simplemente intentan evitar acceder al casco histórico. Esa es la realidad de las personas con movilidad reducida en una ciudad que parece no haber asumido que la accesibilidad universal es un derecho para todos. Incluso para el turismo o para el comercio. Y por eso han lanzado una campaña navideña denunciando la falta de medidas y de planificación para mejorar esa accesibilidad: “Si tienes movilidad reducida... No te vengas a Sevilla por Navidad” es su lema y desde que la iniciaron han tenido un gran respaldo en las redes sociales desde donde la han difundido, porque existir, sí que existe conciencia social pero los políticos van mucho más retrasados. O no van, simplemente.

Sigue en los despachos

Poco han cambiado las cosas desde que hace seis meses, en mayo pasado, un paseo reivindicativo pusiera los puntos sobre las ies y denunciara de forma práctica que ir por el centro es una auténtica odisea para una persona con movilidad reducida, es más, lo es incluso para una pareja que lleve a su bebé en su carrito y quiera llevarlo a ver la nieve que desde este miércoles cae sobre las Setas. La accesibilidad universal, esa que lleva esperando en alguno de los despachos de la Casa Grande a que por fin sea materializada a través de la ordenanza, no existe en Sevilla y los más afectados lo tienen claro: en eso, la ciudad es tercermundista.

Seguro que tienen excusas para no hacer esos pequeños cambios que se necesitan: rebaje en acerados y pasos de peatones (paso previo a que las calles tengan el mismo nivel entre acera y calzada); limitaciones de velocidad entre 20 y 30 kilómetros por hora en las zonas más transitadas; delimitación y adecuación de los itinerarios incluidos en el PGOU y en el no aprobado aún Plan de Movilidad; eliminación de elementos sobresalientes que son un peligro para la integridad de invidentes (papeleras, farolas, señales...);...  Pero los afectados llevan seis meses (en verdad, toda su vida) esperando que el Gobierno municipal lleve a cabo sus promesas. “Es verdad que hay poco dinero, pero ni es su prioridad ni hay planificación”, asegura Pablo Barco, de Peatones de Sevilla, una de las dos asociaciones que ha iniciado la campaña, junto con la Asociación de Usuarios de Perros Guía de Andalucía (UPGA) y Viandalucía.

La presidenta de esta asociación, Coral Horal, destaca como sólo en el caso histórico se han detectado más de cien puntos negros para la accesibilidad y asegura que “se trata tan sólo de un botón de muestra de la lista interminable de obstáculos a los que se enfrenta a diario las personas con movilidad reducida en nuestro caso histórico”.

Problema común

También esos problemas existen en el resto de barrios de Sevilla pero la plataforma ha entendido que, en estas fechas, en las que el turismo y el comercio son fuente de ingresos para la ciudad, es en el centro histórico donde mejor pueden reivindicar esa accesibilidad universal. Y lo entienden además como una oportunidad de negocio, como destaca Daniel Romero, de APGA, porque el “turismo accesible” puede ser otra bandera que Sevilla podría enarbolar.

Sin embargo, un turista en silla de ruedas que llegue a Sevilla lo tiene bastante complicado para pasear por muchas de sus calles e incluso lugares emblemáticos, además de convertirse en un auténtico rally de obstáculos. ¿Cómo se le explica a un inglés que hay que esquivar los coches por la calle Baños o pedirles permiso para poder ocupar la calzada y acceder hasta La Gavidia? Pues eso es lo que sufren los vecinos con movilidad reducida en el centro todos y cada uno de sus días.
La reivindicación no es oportunista sino oportuna. Los recovecos del centro no invitan a vivir allí si tienes movilidad reducida, donde los dos ojos son insuficientes y tienes que armarte de valor para no exigir a voces que te dejen pasar y optar por pedirlo amablemente. Porque el coche, parece, sigue siendo prioritario. Y si encima hay papeleras que impiden que puedas hacer tu recorrido por la acera o árboles que sobresalen sus ramas hasta la altura de un crío, pues no te apetece ni ir a comprar el pan.

El turismo y el comercio pueden ser un acicate para que el Gobierno municipal se dé cuenta de que la accesibilidad universal es algo más que la petición de unos cuantos. Es la petición de muchos, cada vez de más gente, que entienden que es preferible tener una ciudad para todos que una ciudad sólo para los que pueden.

#CiudadParaTodos¡YA!

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