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Carta de Fernando Palma a José Antonio Ledesma

Le dedica un texto del poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño Mario de Andrade

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Estimado José Antonio,

Llevo días valorando las reacciones y manifestaciones que has venido realizando en los diferentes medios de comunicación, como consecuencia de mi decisión de, finalmente, apartarte, junto a tu compañera Marina, del equipo de gobierno del Ayuntamiento. Una decisión difícil de adoptar y basada, pese a lo que tú quieras manifestar, en las continuas deslealtades que, como alcalde, he venido sufriendo junto a mis compañeros de grupo municipal.

Entiendo tu reacción, e incluso creo que se trata más de una pataleta infantil, comprensible tras tantos años en los que has venido haciendo y deshaciendo en el Ayuntamiento a tu antojo. Pero considero que esta actitud no es nada fructífera, ni para ti ni para mí. No voy a entrar en descalificaciones ni insultos que a nada nos conducen y que perjudican considerablemente la imagen de un pueblo, el de San Roque, que no se merece ese tipo de actitudes.

Quiero transmitirte a ti, y a todos los que nos conocen, estas reflexiones que, aunque no hayan salido de mi pluma, reflejan muy fielmente el momento en el que me encuentro ahora mismo. Se trata de un texto del poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño Mario de Andrade. Se titula “El valioso tiempo de los maduros”, y dice así:

“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás...".

Estimado José Antonio, no hay luchas ni venganzas. No hay quiebras ni hay bandos. Es mucho más fácil de lo que quieres hacer creer a los que te escuchan: viniste porque quisiste y te interesó, y te has ido porque no has sido leal, ni con tu alcalde, ni con los sanroqueños. No tengo tiempo que perder en este asunto y te deseo lo mejor en el camino.

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