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No mendigar la foto

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La derecha profunda, siempre tan patriótica, se pone del lado de quienes pretenden excluir y ningunear a España en el concierto de las naciones, un concierto, por lo demás, particularmente horrísono desde que lo dirige el sector más depredador y montaraz del Imperio, ese que agavillado en torno a su hombre de paja, Bush, ha empobrecido al mundo, y no sólo, por cierto, su economía y sus finanzas. “Él se lo ha buscado”, dice esa derecha maldisimulando su satisfacción por el veto americano al presidente del gobierno español.

Dejando a un lado la peregrina circunstancia de que un socialista como José Luis Rodríguez Zapatero se empecine más que nadie en estar allí donde se pretende refundar el capitalismo, desvelando con ello el abisal desamparo de los hombres y los pueblos que creen que otro régimen, otro sistema y otro mundo no sólo son necesarios, sino también posibles, pues los partidos socialistas, los únicos en condiciones de pelear en las alturas por una alternativa al caos y a la ley de la selva, han abjurado de sus viejos principios y estafan a sus electorados, dejando a un lado eso, digo, que ya es dejar, no puede sino escandalizar el ultraje a España que supone su arbitrario apartamiento del lugar que le corresponde en el mundo, pero no escandaliza por sentimiento patriótico, sino por sentimiento de justicia.

Que no estemos los españoles representados en el G-8, aunque sea mal, se comprende, pues lo cierto es que no somos una de los ocho grandes potencias económicas (a base de turismo y ladrillo ni se es una potencia ni se es nada), pero que se nos niegue presencia, voz y voto en el G-20 rebasa tanto lo admisible que, ahora sí por orgullo y dignidad nacional, el Gobierno debería pasar del asunto, salvo que le rogaran su asistencia encarecidamente. Porque al final, más vale esa arrogancia (uno debe poder mandar en su hambre, por lo menos) cuando en el futuro va a hacerse lo que los grandes de verdad decidan, y tampoco es cosa de mendigar para salir en la foto. Que, por cierto, Rodríguez Zapatero no sale porque se movió, siendo ésto lo más digno y admirable que se le recuerda.

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